Vanka (Antón Chéjov)

Vanka es un cuento corto escrito por Antón Chéjov que apareció en el periódico Peterburgskaya gazeta el 25 de diciembre[1] de 1886. Narra la historia de Vanka Chukov (también puede aparecer como Vanka Zhukov), un huérfano de nueve años que vive en Moscú mientras aprende el oficio de zapatero. Vanka no lo está pasando muy bien y escribe una carta a su abuelo rogándole que vaya a buscarle. El tema principal del cuento es la hipocresía cristiana, la denuncia hacia una parte de la sociedad que se dice cristiana, pero cuyos valores en el ámbito privado están muy lejos de ser justos o caritativos.

Vanka: Análisis del cuento

No es baladí que el momento elegido por Chéjov para el discurrir de Vanka sea la noche de Navidad, cuando los feligreses están en la iglesia celebrando la Misa del Gallo. Vanka se enmarca dentro de la corriente del realismo, y qué mejor que contar la realidad del momento para denunciar la actitud poco cristiana de muchas familias que no se perdían una misa y que en público representaban el papel de buenos cristianos, pero que en privado eran todo lo contrario. Digo esto en pasado, pero también podría decirlo en presente. Hay cosas que no cambian.

Chéjov no inventa un argumento para contar una historia. El argumento está ahí, es la realidad, es lo que sucede en buena parte de la Rusia feudal donde el maltrato está a la orden del día. Me viene a la mente un contemporáneo de Chéjov, Máximo Gorki, que describió de forma magistral en La madre la vida de las capas más bajas de la población, lo que hoy llamaríamos lumpenproletariado, donde predominaba el alcohol y el maltrato. Hoy día no tiene mucho sentido recurrir al alcohol para evadir la realidad, pero entonces la taberna era el único lugar de asueto para muchos hombres.

Este día a día se asoma en Vanka a través de Constantino Makarich, el abuelo bebedor que, de vez en cuando, también pega a su nieto. Esto nos lo dice el niño cuando toma el papel del narrador: «si no estás contento conmigo puedes pegarme todo lo que quieras». Y no se quejará, porque los golpes están asumidos. Pero, a diferencia de quienes le rodean ahora, Vanka conoce a su abuelo y sabe hasta dónde llegará el maltrato. Además, es su única familia.

En cierto modo, Vanka idealiza su vida anterior. Por ejemplo, nos habla de Olga Ignatievna, a quien profesa afecto porque le enseñó a leer y le daba bombones, olvidando que eso fue sólo mientras su madre vivió, pues luego él mismo pasó a formar parte del servicio. Ejerció la caridad con él mientras no era sirviente, y cuando lo fue se desentendió. A Vanka no le fue bien en la cocina y por eso está ahora en Moscú, para aprender una profesión -la de zapatero- que luego desempeñará tutelado por los señores a quienes ha servido su familia.

Moscú le parece frío e inhóspito. Es muy grande, hay muchas cosas, pero no hay un lugar que él pueda asociar con su aldea. Ni siquiera los perros ladran como en la aldea. Además, su entorno es hostil, desde el zapatero Alojin hasta el último de sus ayudantes, ninguno tiene compasión de él. En Moscú es el recién llegado, el último en la jerarquía, y esto le convierte en el esclavo de todos. Cualquiera puede mandar sobre Vanka. Y, por supuesto, también puede golpearlo. Eso sí, luego van todos -a excepción del niño- puntualmente a misa.

Vanka termina la carta y la introduce en un sobre que -sabemos- no llegará a su destino porque ignora tanto la dirección, como el nombre de su aldea. Sin embargo, él se duerme reconfortado y sueña que su abuelo recibió la carta, que lee a las cocineras mientras uno de los perros, Serpiente, menea la cola. Serpiente es un perro que no «inspiraba a nadie confianza. Se adivinaba, bajo aquella máscara de cariño, una perfidia jesuítica». La naturaleza engañosa y manipuladora de Serpiente es una alusión directa a la Compañía de Jesús.

Ya sabemos que es un perro hipócrita, así que de algún modo, el subconsciente le está diciendo a Vanka que su abuelo no va a ir a por él. Si el perro menease la cola en su presencia, estaría fingiendo alegría. En el sueño, Serpiente no se alegra de que haya noticias de Vanka, sino de su desgracia.

He comentado que Vanka asume el papel de narrador en un momento dado, pero no mantiene esta posición todo el tiempo. Podemos distinguir dos narradores: el narrador omnisciente, que habla en tercera persona y en ocasiones recurre al estilo indirecto libre (por ejemplo, en medio de la escritura de la carta, cuando nos cuenta los pensamientos de Vanka), y el narrador en primera persona, que es el propio Vanka mientras escribe la carta. Esto confiere mucha fuerza al relato, pues te hace partícipe del desasosiego del protagonista. Su estado de ánimo, la desesperación que siente, no serían tan palpables si las relatase el narrador omnisciente.

Resumen de Vanka

No situamos en la época más feliz del año para un niño, la Navidad, cuando tienen vacaciones en colegio y les colman de regalos, pero en este caso no tiene nada que ver, es triste para nuestro protagonista y por supuesto ni un solo regalo. Vanka Chukov está en Moscú, donde permanecerá tres meses para trabajar y aprender el oficio de zapatero de la mano del maestro Alojin.

La noche en que los amos y oficiales de la casa se van a la Misa del Gallo, Vanka, al quedarse solo, aprovecha la oportunidad para escribir una carta a su abuelo, Constantino Makarich. Para ello coge una hoja de papel arrugada, tinta y una pluma. Teme que lo descubran y se muestra nervioso. La carta la comienza felicitando la navidad a su abuelo, «un viejecillo enjuto y vivo, siempre risueño y con ojos de bebedor», recordándole que solo lo tiene a él. Constantino Makarich trabaja como guardia nocturno para los señores Chivarev. Tiene dos perros, Canelo y Serpiente, son como la noche y día, mientras el primero es dócil y confiable, el segundo es todo lo contrario.

En la carta, el niño recuerda cómo su abuelo bromeaba con las cocineras y criadas mientras se calentaba las manos en las noches más frías y como les ofrecía tabaco. Le cuenta a su abuelo los desprecios que sufre en la casa del zapatero con tristeza. Todo el mundo le golpea. El maestro le pegó cuando se quedó dormido mientras cuidaba del bebé, la maestra le golpeó con una sardina por no saber limpiarla correctamente. Hasta el resto de los aprendices lo maltratan. Las raciones de comida que le dan son escasas y siempre tiene mucha hambre, también tiene mucho frío.

Vanka está desesperado, le ruega a su abuelo que lo saque de ese lugar. Le promete que, si lo hace, será siempre obediente y que trabajará muy duro para cuidarlo cuando sea mayor. Aunque Moscú tiene muchas cosas muy bonitas, como los palacios, los caballos, hasta tiene tiendas que venden cañas de pescar y escopetas, él quiere regresar a su lado. Añora las navidades pasadas, cuando fueron a talar un árbol para los señores y recuerda mucho a Olga Ignatievna, lo trataba con mucho cariño y le enseñó a leer y a escribir. Vanka termina su carta implorando a su abuelo que venga a por él. En el sobre escribe una dirección:

En la aldea, a mi abuelo. Tras una nueva meditación, añadió: Constantino MakarichFragmento de «Vanka»
Con mucha ilusión, echó la carta a un buzón. Después, se durmió, soñando que su abuelo leía su carta en presencia de las cocineras y que el perro Serpiente movía alegremente su cola. Y así es como termina el cuento de Vanka.

Personajes de Vanka

Vanka Chukov: Es un niño de nueve años, sus padres murieron y el único pariente vivo que le queda es su abuelo. Pensar hoy día que un niño con nueve años trabaja aprendiendo el oficio de zapatero es una barbaridad, vaya diferencia de épocas. Antiguamente esto era de lo más normal, hasta se consideraba un privilegio, hoy día se considera explotación infantil. Y al abuelo lo más seguro que le quitarían la custodia y al niño lo llevarían a alguna casa de acogida.

Vanka, a los nueve años aprende lo dura que es la vida, sin padres que cuiden de él y la soledad que siente al estar tan lejos de su abuelo, recibiendo golpes de unos y otros. Es muy inocente, la carta nunca va a llegar al destino, la dirección que pone está incompleta y es imposible que llegue a las manos de su abuelo. Se acuesta esperanzado de que la leerá y al final lo rescatará de ese futuro que ve tan negro. A pesar de todo el maltrato que sufre, tiene esperanza de que esa pesadilla va a desaparecer y va a ser rescatado de ese horrible lugar.

Constantino Makarich: Es el abuelo de Vanka, tiene sesenta y cinco años, trabaja en la finca de los señores Chivarev como guardia nocturno. Es descrito como una persona muy eficaz, alegre y bromista. Para Vanka, su abuelo es su protector, le tiene mucho cariño y por eso le escribe la carta, para que lo rescate, ya que no lo está pasando muy bien. A Constantino le gustan los animales, va acompañado siempre de dos perros.

Alojin: Es el maestro zapatero. Le está enseñando el oficio a Vanka. Vive en Moscú. Este personaje no se describe detalladamente en el relato, pero se puede deducir varias cosas. Tiene que ser muy autoritario y déspota ya que si un niño de nueve años está angustiado y desesperado por irse de allí, es por algo. Además, también es un maltratador, ya que Vanka relata que se ha llevado algún golpe por no haber hecho correctamente las actividades que le encomiendan. Hoy día, afortunadamente, no se permitiría que una persona como Alojin estuviera a cargo de un menor, golpeándolo a su antojo por muy maestro que fuera.

Canelo y Serpiente: Son los dos perros que siempre acompañan a Constantino Makarich. Son muy distintos. Mientras Canelo es un perro bueno y confiable, Serpiente aunque muestra una apariencia de perro cariñoso, es astuto y no te puedes fiar de él.

Olga Ignatievna: Este personaje tampoco se detalla mucho en el relato, pero se puede deducir que es buena persona. Es la señorita de la casa señorial en la aldea donde Vanka vivía con su abuelo, antes de que lo mandarán a Moscú. La recuerda con gran cariño, ya que fueron buenos tiempos, se preocupaba por él, le enseñaba a leer y escribir.

En el relato aparecen otros personajes como La maestra, que es autoritaria y también maltrata al niño, al menor error que comete, como equivocarse al destripar la sardina por el lado que no era. Los otros aprendices, que son compañeros de trabajo de Vanka. Lo lógico es que apoyaran al niño, sería lo normal, pues en este caso, todo lo contrario, se aprovechaban de él y lo golpeaban cuando tenían ocasión, no me extraña nada que estuviera desesperado de salir de aquel horrible lugar.

Referencias

(1) En 1886, en Rusia se utilizaba el calendario juliano, que continuó vigente hasta el 31 de enero de 1918. Sin embargo, la Iglesia ortodoxa continúa rigiéndose por el calendario juliano, por lo que celebran la Navidad trece días después. Su 7 de enero equivale a nuestro 25 de diciembre.

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