La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca)
(Drama de mujeres en los pueblos de España)
La casa de Bernarda Alba es la última obra de la trilogía de tragedias escrita por Federico García Lorca, que se completa con Bodas de Sangre y Yerma. Escrita en 1936 y terminada poco antes del inicio de la Guerra Civil, La casa de Bernarda Alba se estrenó el 8 de marzo de 1945 en Buenos Aires (Argentina). Obvio es decir que García Lorca no llegó a ver ni el estreno ni la publicación de su obra.
Lorca se inspiró en personas reales para escribir el drama. La casa de Bernarda Alba estaba junto a la casa de sus tíos en Valderrubio (una población granadina que hasta 1943 se llamó «Asquerosa») y el joven Federico pasó muchas horas junto al pozo común atento a las conversaciones de la casa vecina, aunque esa no fue su única fuente de inspiración[R1].
Cuando García Lorca llegó a Granada en julio de 1936 leyó el texto a su primo Alejandro Rodríguez Alba, que era hijo de Frasquita Alba (Bernarda en la obra). En el ámbito familiar el texto no cayó del todo bien. El hermano y la madre de Federico le pidieron que cambiara los nombres de los protagonistas, pero se negó a hacerlo[R2].
En realidad, no puede decirse que La casa de Bernarda Alba sea un retrato de una determinada familia. Ni siquiera de una persona, por más que Lorca escogiese unos nombres al azar. Bernarda no retrata a Frasquita, sino a la mayoría de madres de la época, así como Antonio y Pepe hacen lo propio con los hombres. Todo el pueblo, y buena parte de los pueblos de entonces, puede ver sus costumbres reflejadas en el texto. No en balde, el propio Federico se jactaba de que la obra no contenía ni una línea de poesía. «Sólo realidad».
La casa de Bernarda Alba se estrenó en el Teatro Avenida de Buenos Aires nueve años después del asesinato de Lorca[R3]. El papel de Bernarda fue escrito para Margarita Xirgú, y como no podía ser de otra forma, las primeras representaciones de Bernarda Alba corrieron de su parte. La casa de Bernarda Alba llegó a España en marzo de 1950, con Amparo Reyes de protagonista. ABC calificó el estreno como «éxito rotundo» y elogió el texto de Lorca, «una de las mejores piezas de la escena contemporánea, por su ambiente, por su estilo, por su construcción y por su tensión»[R4].
La casa de Bernarda Alba, Resumen por actos
La casa de Bernarda Alba cuenta la historia de Bernarda (que acaba de enviudar de su segundo marido) y sus cinco hijas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela), que se ven abocadas a un encierro de ocho años debido al severo luto impuesto por su madre.
La familia comparte casa con Poncia y una criada. Poncia es la criada veterana. Lleva treinta años al servicio de Bernarda y esto le hace tomarse ciertas confianzas con la familia, aunque ocasionalmente Bernarda le pone en su sitio. También vive en la casa María Josefa, la madre de Bernarda, una mujer mayor, con senilidad, que se pasa el día encerrada en una alcoba por orden de su hija.
Primer acto
Bernarda es una madre a la antigua usanza, obsesionada por la decencia de las hijas. Su afán de mantener limpia la reputación del hogar le lleva a tener comportamientos tiránicos con su prole. En realidad es una mujer que está sola, pues su familia política no quiere verla, las vecinas no la aguantan y su madre e hijas la respetan, pero en el fondo la temen. Tragan porque no tienen más remedio. Sólo Poncia se atreve a hablarle de tú a tú, aunque más de una vez sale escaldada.

La muerte de Antonio María Benavides (segundo marido de Bernarda y padre de sus hijas menores) viene a alterar la vida familiar. Benavides gestionaba el patrimonio del primer marido de Bernarda, que supo aumentar, y tras su muerte el reparto de la herencia deja en peor posición a sus hijas, pues Angustias (hija del primer marido) es la que hereda en mayor proporción.
Tras volver del funeral del difunto y despedir a las mujeres del duelo[1], Bernarda suelta la bomba: El luto durará ocho años[2] y ninguna saldrá de la casa en ese tiempo, que les aconseja emplear en prepararse el ajuar[3].
Magdalena protesta y maldice su suerte por haber nacido mujer (pues si fuese varón no tendría que enclaustrarse)[4]. Pero Bernarda la manda callar. Ella no se atiene a razones y donde su palabra no es suficiente llega su bastón, como bien conocen todas.
Segundo acto
Tras el reparto de la herencia entra en escena quien será el objeto de discordia entre las hermanas: Pepe ‘El Romano’, un antiguo pretendiente de la hija menor (Adela) que ahora se interesa por Angustias, en mejor posición económica que las demás.
La llegada de Pepe altera el gallinero. Él no tiene el menor interés en Angustias como mujer. Ella ya es mayor para crear una familia (tiene 39 años) y la salud y la belleza tampoco son elementos que le hagan destacar. Pero la herencia de su padre la deja en buena posición económica, que es lo que realmente le importa a ‘El Romano’.
Angustias, por su parte, tampoco es tonta. Sabe perfectamente que el interés de Pepe ‘El Romano’ es meramente económico (además, sus hermanas no dejan de recordárselo), pero es consciente de su edad y de que cuando pasen los ocho años de luto ya no tendrá ninguna posibilidad de casarse por amor. Angustias, lo que quiere, es huir del yugo materno, y el matrimonio, aunque sea por interés, es lo único que le abre la puerta de salida de la casa. Pepe le brinda una posibilidad que ella ya no esperaba y acepta sin pensarlo demasiado.
Esto le trae problemas con Adela y con Martirio. A Adela, la antigua pretendida de Pepe ‘El Romano’, le cae por sorpresa la iniciativa del joven, aunque no es obstáculo para que mantenga una relación con él a espaldas de su familia. Por su parte, Martirio también está enamorada de ‘El Romano’, pero sus nulas posibilidades de tener algo con él alimenta su inquina contra Angustias y Adela.
Las otras dos hermanas, Magdalena y Amelia, no parecen caer en las redes de ‘El Romano’. Magdalena está afectada por la muerte de su padre, y Amelia es un personaje que pasa más bien desapercibido en la trama. Ambas parecen estar resignadas a su suerte, aunque son conscientes de que su situación sería distinta si fuesen hombres, como expresan en alguna ocasión.
Pepe ‘El Romano’ visita a Angustias cada noche a través de una ventana enrejada de la casa. Según Angustias, Pepe abandona el lugar a la una y media de la mañana, pero Martirio y Poncia dicen haberle escuchado irse más tarde, alrededor de las cuatro. La hora la corrobora el hijo mayor de Poncia, que se cruza con ‘El Romano’ a las cuatro y media.
Adela empieza a sentirse mal, cosa que las demás achacan al mal de amores. Martirio, que no la deja ni a sol ni a sombra, alimenta su rencor contra la hermana pequeña.
El resentimiento de Martirio viene de lejos, ya que tuvo un pretendiente –Enrique Humanas– que desapareció de pronto. Ella carece de la belleza de Adela y del dinero de Angustias, y aunque acepta un matrimonio por conveniencia, no puede soportar que Pepe esté enamorado de Adela. Sus complejos y el miedo a Bernarda le impiden declarar sus sentimientos a ‘El Romano’, por eso su cólera crece al ver que Adela se acerca a él desafiando a todos.
Un día, Martirio cuenta a Amelia que la noche anterior le pareció escuchar gente en el corral. Amelia se asusta pensando que quizá entró alguien, pero finalmente lo achaca a alguna mulilla sin desbravar. «Eso, ¡eso!, una mulilla sin desbravar» —responde Martirio con ironía. Ella no es la única que ha escuchado los ruidos.

Bernarda no parece querer ver la situación que se cuece en la casa, pero Poncia sí es consciente de ella. Avisa a la matriarca e intenta mediar con Adela, que no atiende a razones. También es tarde para revertir la situación: Adela quiere a Pepe, pero se cuece un asunto de mayor envergadura que le impide alejarse de él.
Una tarde, mientras las hermanas cosen, se escucha un gran alboroto procedente de la calle. Los vecinos están linchando a la hija de la Librada, una vecina. La joven -que es soltera- ha tenido un hijo de no se sabe quién. Lo ha matado y enterrado en el campo, pero unos perros olfatearon el cadáver y dieron con él, recuperando el cuerpo y llevándolo hasta la puerta de la casa.
Cuando la turba se acerca a la casa de Bernarda Alba, las hijas -a excepción de Adela, que pide clemencia para la joven- se suman al linchamiento espoleadas por la madre (que para eso sí les deja salir). La hija de Librada, en realidad, es el chivo expiatorio sobre el que el vecindario descarga su ira y mala conciencia. La hipocresía reinante en la época precisaba de cabezas de turco que cargasen con las vergüenzas colectivas.
En esta escena, de manera sibilina, nos enteramos de cuál es el mal que aqueja a Adela desde hace días. Cuando la joven pide clemencia para la hija de la Librada, lo hace cogiéndose el vientre: Adela está embarazada.
Tercer acto
La vida sigue su curso. Pepe ‘El Romano’ regala a Angustias un anillo de compromiso y fijan la fecha para la pedida de mano, que como cuenta Bernarda a Prudencia (una amiga que le va a visitar) será en tres días. Angustias se da cuenta de que algo no va bien. Cuenta a Bernarda que los últimos días nota a Pepe raro, como distraído. Su madre trata de tranquilizarla diciéndole que no debe meterse en los asuntos o preocupaciones de los hombres.
Con la pedida formal a la vista, Bernarda empieza a respirar. Cree que cuando se celebre la boda las aguas volverán a su cauce, pues ‘El Romano’ no tendrá ya excusa para visitar la casa a diario y Adela no tendrá más remedio que olvidarse de él. Pero, naturalmente, se equivoca.
Esa noche la familia se acuesta pronto, pues Pepe ‘El Romano’ no irá a visitar a Angustias al estar en Granada con su madre. Poncia y la otra criada se retiran las últimas. Las dos barruntan que algo malo se acerca, por más que Bernarda se resista a verlo. Los perros empiezan a ladrar cuando se retiran a acostarse, señal de que alguien anda cerca del portón, a lo que no dan excesiva importancia. Al marchar se encuentran con Adela, que ha salido a beber agua.
Adela espera a que las criadas se vayan para escabullirse hacia el corral. Pero no es la única que está despierta. En el patio hace guardia Martirio, que no repara en ella porque María Josefa, la abuela, ha escapado de la habitación. María Josefa lanza a Martirio una frase que será premonitoria: «Pepe el Romano es un gigante. Todas lo queréis. Pero él os va a devorar porque vosotras sois granos de trigo».
Martirio consigue que María Josefa vuelva a su alcoba a dormir y se dirige a la puerta del corral. Sin atreverse a entrar llama a Adela, que sale ligeramente despeinada. Se caen las caretas y las hermanas discuten. Adela intenta marcharse, pero Martirio se lo impide al tiempo que llama a voces a Bernarda.
Con los gritos, todas las mujeres de la casa salen al patio. Adela reta a Angustias diciéndole que Pepe le está esperando en el portón y discute con Bernarda, a quien rompe el bastón. Bernarda va en busca de una escopeta y sale al portón seguida de Martirio. Se escucha un disparo. Los vecinos se despiertan con el escándalo.

Bernarda y Martirio entran en la casa, y Martirio anuncia que Pepe ‘El Romano’ ha muerto. Esto es falso, pero Bernarda le sigue la corriente para que Adela lo crea y cese la relación de una vez por todas. Adela sale corriendo y se encierra en una habitación, mientras Poncia y las hermanas critican a Martirio.
De repente se oye un golpe. Todas acuden al cuarto donde está Adela, tratando -sin éxito- que abra la puerta. Poncia consigue destrabarla y entra. Da un grito. Adela se ha ahorcado.
Bernarda ordena a las criadas que la descuelguen y la vistan de doncella al tiempo que ordena callar a las otras hijas, quienes (salvo Martirio) lloran la muerte de la hermana.
Análisis de los personajes de La casa de Bernarda Alba
El peso de la obra lo llevan Bernarda, su madre, sus hijas y Poncia. El resto son personajes episódicos, y aunque Pepe ‘El Romano’ está presente en prácticamente toda la representación, nunca llegamos a verlo.
- Personajes principales de La casa de Bernarda Alba: Bernarda (60), María Josefa (80), Angustias (39), Magdalena (30), Amelia (27), Martirio (24), Adela (20) y Poncia (60).
- Personajes secundarios de La casa de Bernarda Alba: La criada, Prudencia, la mendiga y las mujeres de luto que aparecen en el primer acto.
- Personaje fantasma: Pepe ‘El Romano’ (25).
- Personajes aludidos: Antonio María Benavides (†).
Bernarda Alba
Se dice que Bernarda Alba fue en realidad Francisca (Frasquita) Alba, vecina de la familia de Lorca en Valderrubio, pero hay diferencias entre ambas. Frasquita enviudó una vez, no dos. Tenía tres hijos de su primer matrimonio (José, Magdalena y Prudencia) y su segundo marido no fue Antonio Mª Benavides, sino Alejandro Rodríguez Capilla, también viudo, que aportaba una hija de su matrimonio anterior. Juntos tuvieron otros cuatro: Marina, Consuelo, Amelia y Alejandro[R5]. Bernarda Alba tiene cinco hijas y es viuda por partida doble.
El luto riguroso que impone Bernarda no viene, por tanto, de Frasquita, sino de Paca Mazuecos, otra pariente que vivía en la misma calle y que tras perder a su hija tiñó su casa de negro, al punto de dejar sin plantas el patio ya que las flores aportaban color[R6]. Se ignora cuánto tiempo duró el luto de Paca, pero probablemente el lapso de ocho años fuera cosecha del autor.
Bernarda es una mujer seca, de pocas palabras pero directas y envenenadas, como vemos cuando se despiden las mujeres en el primer acto o cada vez que Poncia le trae cotilleos del exterior. Sin embargo, esto era cosa común antaño. Los rumores malintencionados (ciertos o no) y el despelleje de los vecinos eran el pan nuestro de cada día. No es que Lorca tomase la personalidad de alguien concreto, es que reflejó la forma de ser del 90% de la gente que habitaba los pueblos.
En aquellos años la decencia femenina consistía en que la mujer debía ser una mujer de su casa. Esto es: obedecer a sus padres y hermanos varones, vestirse honradamente (nada de escotes, faldas cortas o cualquier prenda que pudiese dar lugar a malinterpretaciones) y evitar cualquier tipo de confianza con hombres. Incluso si era su novio, no podía haber contacto físico entre ambos antes de casarse (recordemos que Angustias y Pepe se ven separados por una reja). Y, por supuesto, la mujer tenía que permanecer virgen hasta el matrimonio.
Como madre de cinco hijas, esas eran las virtudes de las mujeres decentes que Bernarda tenía que custodiar. También debía hacerlo en vida del marido, pero con más celo si quedaba viuda. Y Bernarda no duda en emplear métodos extremos como el castigo físico para asegurarse de que, a vista de todos, sus hijas son mujeres decentes. Incluso aunque no lo sean (como Poncia le alerta y Bernarda en el fondo sabe). Lo intolerable era que ese tipo de actitudes traspasaran las puertas de la casa.
A pesar de tener a sus hijas encerradas y sometidas a la continua vigilancia materna (y donde no llega Bernarda llega Poncia), Bernarda Alba no puede evitar que su hija menor, Adela, tenga relaciones con Pepe ‘El Romano’. Es más, no puede evitar que ocurra el peor escenario: que quede embarazada, cosa que se evidencia cuando Adela pide clemencia para la joven a la que los vecinos están linchando.
Martirio.- (Mirando a Adela). ¡Que pague lo que debe!
Bernarda.- (Bajo el arco). ¡Acabad con ella antes que lleguen los guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio de su pecado!
Adela.- (Cogiéndose el vientre). ¡No! ¡No!
Bernarda.- ¡Matadla! ¡Matadla!'La casa de Bernarda Alba' (fragmento)
Cuando una muchacha soltera quedaba embarazada, el mejor escenario era que la familia tapase su falta. Pero esto sólo ocurría cuando la cosa no llegaba a oídos de los vecinos. Si se hacía público, o bien la echaban de casa y por lo general terminaba prostituyéndose, o simplemente le daban un estacazo, la enterraban donde podían y decían que la habían echado de casa (pero nunca nadie volvía a verla).
Bernarda no mata a Adela, pero la empuja al suicidio. Es decir, vuelve a reflejar la realidad de la época y lo que ocurría en las casas. Las dos cosas son reales, tanto la turba enloquecida linchando a la pobre vecina (a la que usan para expiar sus propias culpas) como la desaparición física de la mujer dentro de las paredes de la casa. Lorca no estaba inventando nada: Exponía lo que pasaba, la realidad social del momento.
Bernarda es un personaje que hoy día nos parece cruel. Y lo era. Pero no perdamos de vista que la decencia de las hijas era responsabilidad de sus madres. Y que igual que recibían las hijas recibían las madres, pues si la hija se torcía la culpa recaía en la madre. Es terrible, pero era la realidad de aquella época. No era algo fuera de lo común, no era una excepción, era lo que había en la mayoría de familias. Así se educaba a las mujeres, y así educaban las mujeres a sus hijas. La excepción en esos años era que en una familia pasara lo contrario.
Al final de la obra, Bernarda evidencia una vez más la hipocresía reinante, cuando aún sin descolgar el cadáver de su hija proclama que ha muerto virgen. Ya no tiene la menor duda, pues la misma Adela le ha confirmado su relación con Pepe ‘El Romano’. Pero lo importante es que, a los ojos de los demás, Adela haya muerto virgen. La decencia mal entendida como forma de regir el destino de las mujeres.
Antonio María Benavides
Antonio María Benavides es el segundo marido de Bernarda Alba y al comienzo de la obra acaba de morir. Sabemos cómo es Antonio María gracias a la criada, que cuando se queda sola al principio del primer acto, dice:
Antonio María seguía las costumbres de los caciques de la época, que eran dados a ejercer el derecho de pernada sobre las criadas. Esto también era moneda corriente y todo el mundo sabía que pasaba y sabía quién lo hacía, pero no se decía en voz alta. Sin embargo, en los corrillos la información fluía. Y es así, en un corrillo involuntario, como Lorca se entera de muchas de las cosas que ocurren en el pueblo y que después plasma en la obra.
Las mujeres debían ser decentes por sobre todas las cosas, pero los hombres hacían de su capa un sayo y todo el mundo lo justificaba. Lo dice Adela: «Se les perdona todo». Corrobora Magdalena: «Y ni nuestros ojos siquiera nos pertenecen». Y sentencia Amelia: «Nacer mujer es el mayor castigo».
María Josefa
María Josefa es la madre de Bernarda. Está senil y pasa la mayor parte del día encerrada en una alcoba. Según Isabel García Lorca, el personaje es un refrito de tres parientes cercanas: una de sus bisabuelas a quien llamaban «la abuela rubia», la abuela de unas primas y una prima con síndrome de Down. Como todos los locos, María Josefa tiene la virtud de decir la verdad sin tapujos.
– No, no me callo. No quiero ver a estas mujeres solteras, rabiando por la boda, haciéndose polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo. Bernarda, yo quiero un varón para casarme y para tener alegría.'La casa de Bernarda Alba' (fragmento)
María Josefa da muestras de enterarse muy bien de lo que sucede en la casa. Sabe de la inquina de las hijas pequeñas hacia su hermana mayor y advierte que su destino es estar solas, como le recalca a Martirio en el tercer acto.
María Josefa anhela la libertad y rememora otros tiempos, cuando las puertas de las casas estaban abiertas y las vecinas se ayudaban entre ellas. Y advierte a Martirio de que envejecerá sola, pero también de que Pepe ‘El Romano’ sólo traerá tragedia.
Angustias
Es la hermana mayor, hija del primer matrimonio de Bernarda. Con 39 años prácticamente ha perdido sus opciones de casarse, hasta que su padrastro muere y el reparto de la herencia le deja en mejor posición económica que sus hermanas. Entonces aparece Pepe ‘El Romano’, catorce años menor que ella y con un evidente interés económico.
Angustias ve en el matrimonio la oportunidad de escapar del yugo materno. Es consciente del interés económico de Pepe (que, además, sus hermanas le recuerdan constantemente). Pero como responde a Magdalena en una ocasión: «¡más vale onza en el arca que ojos negros en la cara!». Con casi 40 años y la condena de ocho años de luto, Angustias sabe que un matrimonio por amor ya no es posible para ella y se aferra a su última oportunidad.
Angustias no existió realmente, pero tiene algún paralelismo con la realidad. Pepe ‘El Romano’ se casó en primeras nupcias con Amelia Rodríguez Alba, que moriría un año después durante su primer parto. En el tercer acto, Poncia intenta que Adela deje de ver a Pepe y le dice lo siguiente:
La diferencia entre Angustias y la Amelia real es que probablemente Angustias no llegaría a casarse, ya que el suicidio de su hermana daría al traste con los planes de boda.
Magdalena
Poncia y la criada nos dicen al principio de la obra que es la que más ha sentido la muerte del padre, pues era la única que lo quería. Le duele tanto su falta que se desmaya en la iglesia durante el primer responso.
Magdalena es la que más clara tiene la diferencia entre los dos sexos. Aunque resignada a plegarse a los deseos maternos, no deja de ser una joven en edad casadera que anhela tener el mismo derecho que los hombres a socializar. No es tonta, y sabe que los ocho años de luto impuestos por Bernarda, unidos a su edad y a la escasa herencia recibida, le abocan a un futuro solitario («nos pudrimos por el qué dirán»).
Bernarda.- Eso tiene ser mujer.
Magdalena.- Malditas sean las mujeres.
Bernarda.- Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles.Fragmento de 'La casa de Bernarda Alba'
Bernarda confirma el apego de Magdalena hacia su padre, tal como habían dicho las criadas. Y lo hace reprochándole la relación que tenía con él. De alguna forma la figura paterna se interponía entre ambas. Ahora ya no hay excusa para que Magdalena se pliegue a los dictados de Bernarda.
Amelia
Parece resignada a su suerte, aunque tiene algún momento de queja. Cuando Poncia habla de la llegada de los segadores y cuenta que quince de ellos se fueron al olivar con una prostituta, no puede evitar maldecir su suerte: «Nacer mujer es el mayor castigo». Aquí evidencia que los hombres tenían carta blanca para hacer lo que considerasen oportuno, pero las mujeres tenían que guardar rígidas normas y siempre estaban sometidas al escrutinio de los demás.
Martirio
El nombre le viene al pelo, pues vive martirizada. Está secretamente enamorada de Pepe ‘El Romano’, pero sabe que es una batalla perdida. Martirio carece de los dineros de Angustias y de la belleza de Adela. La conversación con Amelia en el primer acto da a entender que su salud es algo quebradiza, aunque no queda claro si se refieren a la física, o a la mental.
Pese a su fealdad, Martirio es la única hermana que tuvo un pretendiente, Enrique Humanas, tal como revela Amelia. Pero Humanas desapareció de pronto y eso afectó a la autoestima de la joven. Lo que Martirio ignora es que Enrique Humanas se desentendió de ella porque su madre se interpuso. Esto lo sabemos por Poncia, que se lo echa en cara a Bernarda en el tercer acto.
Bernarda.- ¡Y lo haría mil veces! ¡Mi sangre no se junta con la de los Humanas mientras yo viva! Su padre fue gañán.'La casa de Bernarda Alba' (fragmento)
Poncia reprocha a Bernarda que no dé libertad a sus hijas para escoger marido, pero eso era algo común en la época. Si los padres no aprobaban el matrimonio, la hija no se casaba. Y para Bernarda todos los pretendientes son malos. El problema de las hijas son las pretensiones de la madre, demasiado altas para la posición real de la familia.
Mientras Benavides vivió, gestionó el patrimonio del primer marido de Bernarda, lo que permitió a la familia vivir cómodamente. Una vez muerto y repartida la herencia, la balanza se inclina en favor de Angustias. La misma Bernarda se muestra disconforme con el reparto porque perjudica a las hijas pequeñas, pero tampoco tiene la opción de irse a otro pueblo, pues no tendría el mismo estatus que en Valderrubio y se vería obligada a casar a sus hijas con cualquiera. Ante esta disyuntiva, las prefiere solteras de por vida a mal casadas, aunque sea por elección propia.
La relación frustrada con Enrique Humanas y sus nulas posibilidades con Pepe ‘El Romano’, unidas a sus características físicas y su estatus económico, hacen de Martirio un ser acomplejado y envidioso. Es ella, movida por el despecho, quien abre la caja de los truenos. Y no se arrepiente. Lo único que dice cuando descubren el cadáver de Adela es: «dichosa ella mil veces que lo pudo tener» (a Pepe), sin mostrar ningún pesar por lo sucedido.
Adela
Es la hija menor de Bernarda y la que menos se atiene a normas. Desafía el luto materno poniéndose un vestido verde (aunque Bernarda no lo llega a ver) con el que va hasta el corral. En una época en que las decisiones sobre la vida de la mujer estaban en manos de todos menos de sí misma, Adela reivindica la propiedad sobre su cuerpo y el derecho a decidir cuándo y con quién compartir su intimidad.
Ya hablé de Adela en la descripción del personaje de Bernarda Alba, así que intentaré no repetirme. Adela inicia una relación con Pepe ‘El Romano’ a espaldas de su familia, pero no puede evitar que la acaben descubriendo. Esto le lleva a enfrentarse primero con Poncia, luego con Martirio y, finalmente, con todas las hermanas a excepción de Amelia.
Como ya apunté anteriormente, Lorca nos muestra de forma subrepticia que, a raíz de sus encuentros íntimos con Pepe, Adela ha quedado embarazada. Seguramente sea esto lo que hace que Angustias, de repente, encuentre a su prometido distante. Parece que Adela planea fugarse con ayuda de Pepe, que utiliza a su madre a modo de coartada con Angustias («Fue con su madre a la capital»). Pero Martirio se interpone y aborta el plan.
Aquí llega una de las escenas memorables: Cuando Adela, tras discutir con las hermanas, se enfrenta a Bernarda y rompe su bastón, símbolo de la dominación que ejerce sobre las hijas.
Martirio.- (Señalando a Adela). ¡Estaba con él! ¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!
Bernarda.- ¡Ésa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige furiosa hacia Adela).
Adela.- (Haciéndole frente). ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata un bastón a su madre y lo parte en dos). Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted un paso más. En mí no manda nadie más que Pepe.Fragmento de 'La casa de Bernarda Alba'
Martirio y Bernarda hacen creer a Adela que han matado a Pepe y esto provoca la desesperación de la hermana pequeña. No se trataba de un asunto de honra que, mal que bien, podían haber tapado. Ya vimos al final del segundo acto cómo se las gasta el pueblo con la hija de la Librada (que no se preñaría del Espíritu Santo, pero eso a nadie le importaba), y viendo la reacción de su familia, Adela sabe que, en su situación, lo mínimo que le espera es el escarnio público que lave la imagen familiar.
Con Pepe muerto, Adela queda sola y abocada a un futuro incierto. Al hostigamiento familiar se unen los vecinos, que se han despertado con el jaleo e intentan saber qué pasa. Y Adela escoge la única salida que ve clara. No tendrá un futuro con Pepe, pero tampoco seguirá hincada de rodillas frente a la presión familiar y social. Sale corriendo y se encierra en una habitación donde pone fin a su vida.
Poncia
Poncia es la viuda de Evaristo ‘el Colín’, con quien tuvo dos hijos que ya están casados y trabajan en las tierras de Bernarda. Tiene la habilidad de llevarse bien con todos y con nadie, porque a la hora de repartir no se libra ninguna de las mujeres de la casa. Su lengua es igual de viperina que la de Bernarda. Podríamos decir que Poncia es la típica alcahueta que se encarga de llevar los chismes a la casa. De hecho, es uno de los trabajos que hace para Bernarda.
Aunque parece tener cierta comprensión con las hijas, en el fondo Poncia tiene la misma forma de pensar que Bernarda («Yo tengo la escuela de tu madre» —Dice a Magdalena). Exige a las jóvenes recato, pero cuando se trata de hombres, justifica el comportamiento contrario.
Amelia.- ¿Es eso cierto?
Adela.- ¡Pero es posible!
Poncia.- Hace años vino otra de éstas y yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera. Los hombres necesitan estas cosas.Fragmento de 'La casa de Bernarda Alba'
Pepe ‘El Romano’
José Benavides Peña (Pepe ‘El Romano’ o Pepico el de Roma) fue yerno por partida doble de Frasquita Alba, ya que se casó con dos de sus hijas: Amelia (que murió al año durante un parto), y Consuelo, con quien contrajo matrimonio ocho años después. Quizá estos ocho años de lapso entre matrimonios sean los que tome Lorca como referencia para determinar el tiempo de luto de la familia.
En la obra, Pepe ‘El Romano’ fue primero pretendiente de Adela. Un año después, tras la muerte de Antonio María, se interesa por Angustias. No queda claro si Adela y Pepe tenían para entonces alguna relación, o si sus encuentros empiezan a raíz de visitar a Angustias. Lo que sí sabemos por Poncia y Martirio es que Pepe tiene encuentros íntimos con Adela al tiempo que corteja a Angustias.
Como dije antes, Adela queda embarazada de Pepe, y juntos trazan un plan para sacar a la muchacha de casa antes de que el embarazo sea evidente. Seguramente ese sea el motivo de que Angustias le note distraído en sus últimos encuentros.
^ (1) Vecinos y conocidos que se acercaban a la casa a dar el pésame a la familia.
^ (2) Los ocho años probablemente sean una exageración de Lorca. Aunque hasta bien entrado el siglo XX era costumbre guardar luto, normalmente este no excedía los dos años, siendo el segundo año de medio luto.
^ (3) Antiguamente era costumbre que antes de casarse la mujer preparase el textil que se usaría en el hogar: Toallas, ropa de cama, etc., así como sus camisones, peinadores y otras prendas que pudiera necesitar.
^ (4) Considera que hablamos de una familia de posibles, con un servicio que se ocupaba de comprar y lavar. Una familia normal no podía encerrarse en casa no ya ocho años; tampoco un mes. Las mujeres tenían que ir al río o a los lavaderos a hacer la colada, así como al campo a llevar la comida a los hombres o a comprar lo necesario para la casa. Además, muchas de ellas trabajaban como costureras o criadas.
^ (R1) Possamay, L. (1993, abril). Prólogo. En La casa de Bernarda Alba (p. 8). Editores Mexicanos Unidos S.A. https://archive.org/details/lacasadebernarda0000garc_y8u5
^ (R2) Ruiz, E. J. (2006). Lorca. El mar deja de moverse.
^ (R3) 8 de marzo de 1945: estreno mundial en Buenos Aires de “La casa de Bernarda Alba”. (s. f.). Gob.ar. Recuperado 4 de septiembre de 2023, de https://cultura.legislatura.gob.ar/cultura_posts/8-de-marzo-de-1945-estreno-mundial-en-buenos-aires-de-la-casa-de-bernarda-alba658.html
^ (R4) Marquerie, A. (1950, marzo 22). Estreno de «La Casa de Bernarda Alba» de García Lorca. ABC Edición de la mañana, 21.
^ (R5) Francisca Alba Sierra (Frasquita Alba). (s. f.). Universo Lorca. Recuperado 4 de septiembre de 2023, de https://www.universolorca.com/personaje/alba-sierra-francisca-frasquita-alba/
^ (R6) Casa de Bernarda Alba. (s. f.). Universo Lorca. Recuperado 3 de septiembre de 2023, de https://www.universolorca.com/lugar/casa-de-frasquita-alba/