El niño con el pijama de rayas (John Boyne)
A través de los ojos de Bruno: La amistad en tiempos oscuros.
El niño con el pijama de rayas fue escrito por John Boyne. Publicada en 2006, se convirtió en un éxito de ventas y ha sido traducida a numerosos idiomas. El contexto histórico de la novela se desarrolla durante la Segunda Guerra mundial que llevó al exterminio a miles de judíos.
La obra trata de la amistad que tienen dos niños de nueve años, Bruno (hijo de un militar nazi) y Shmuel (un niño judío prisionero en un campo de concentración). La historia se narra desde la visión de Bruno. Aunque puede parecer una historia real, no lo es. Los personajes y los hechos son creados por el autor.
El niño con el pijama de rayas se sitúa en el lugar donde se cometieron los crímenes más horribles del planeta, Auschwitz. Es uno de los campos de concentración en el que permaneció prisionera Ana Frank, autora de El diario de Ana Frank y también donde se desarrolla la segunda parte de la novela gráfica Maus de Art Spiegelman. Existe una continuación de El niño con el pijama de rayas titulada Todas las piezas rotas en la que Gretel (la hermana de Bruno) es la protagonista.
Resumen de El niño con el pijama de rayas por capítulos
Capítulo 1. El descubrimiento de Bruno
Todo comienza cuando Bruno al regresar del colegio se encuentra en su habitación a la criada (María) metiendo todas sus cosas en grandes cajas de madera. Educadamente le pregunta qué está haciendo ya que no recuerda haberse portado mal como para que lo manden a otro sitio, momento en el cual aparece su madre que le cuenta que van a marcharse de Berlín porque su padre tiene que hacer un trabajo muy importante en otro lugar.
Bruno se enfada mucho porque no quiere dejar a sus amigos (Karl, Daniel y Martin). Se pregunta si los abuelos irán con ellos e imagina que sería muy buena idea que su hermana Gretel se quedara cuidando de la casa.
Capítulo 2. La casa nueva
La nueva casa es muy diferente a la de Berlín. Está situada en un lugar aislado y no hay vecinos cerca con los que poder jugar. Tiene dos plantas, en la planta superior están situados los tres dormitorios y el cuarto de baño. En la planta inferior se encuentran la cocina, el comedor y el despacho de su padre al que está terminantemente prohibido entrar. En la casa además de María hay otras tres criadas y un hombre (Pavel) que se encarga de servirles la comida.
El aspecto de estas personas es enfermizo y triste. Bruno le dice a su madre que se han equivocado al mudarse a ese lugar, le gusta más Berlín. Le propone volver, pero su madre le comenta que no pueden hacer eso ya que otras personas han decidido por ellos y no pueden negarse. Bruno no entiende muy bien a lo que se refiere y, como niño que es, hace como que no escucha esas palabras e insiste en irse al día siguiente. Su madre le ordena que deshaga la maleta para que se entretenga un poco.
Bruno sigue pensando que es un gran error permanecer en ese lugar, algo le ahoga por dentro, quiere volver a su antigua casa, ver a sus amigos. Cuando está ayudando a María a colocar sus cosas se abre la puerta del dormitorio de sus padres. Se asusta un poco pensando que es su padre ya que está despotricando del lugar, teme que lo haya escuchado y como consecuencia de eso le va a tocar una regañina, pero no era él sino un hombre joven (Teniente Kotler) vestido con el mismo uniforme que lleva su padre con menos adornos.
Lo saluda y sigue su camino. Bruno sigue pensando que no tiene con quién jugar, ni siquiera puede entretenerse con su hermana y le entran ganas de llorar. Se acerca a la ventana y al ver las vistas se sorprende enormemente de lo que ve.
Capítulo 3. La tonta de remate
Bruno no se lleva muy bien con su hermana Gretel. Es muy mandona. Por las mañanas pasa demasiado tiempo en el baño y no tiene consideración con Bruno que se tiene que aguantar el pis hasta que ella sale. Tiene una colección de muñecas que dan miedo, siempre que entra a la habitación de su hermana le observan y está convencido de que si entra cuando ella no esté, esas muñecas se lo contarán a su hermana.
La cosa empeora con las amigas de Gretel, no hacen otra cosa más que meterse con él porque es un poco más bajo de lo normal para su edad. Esto le tortura bastante. Piensa que una de las cosas buenas que tiene la nueva casa es que no tiene que aguantar a las brujas de las amigas de su hermana y lo mismo la próxima vez que las vea ha crecido y ya no le martirizan más. Bruno entra en el dormitorio de su hermana sin llamar y esta se enfada un poco con él. A su hermana tampoco le entusiasma el lugar.
Le cuenta a su hermano que están en Auschwitz, cree que ese nombre se debe a la anterior familia, se marcharon porque no hacían bien su trabajo. Por eso habían llamado a su padre para que lo ejecutara correctamente. Bruno le confiesa a su hermana que echa de menos a sus amigos y que los demás niños que hay aquí no parecen muy simpáticos. Su hermana extrañada por ese comentario le pregunta que dónde están esos niños. Bruno la lleva hasta la ventana de su cuarto para que mire por ella.
Capítulo 4. Lo que vieron por la ventana

Lo que Gretel observa desde la ventana del cuarto de su hermano es un recinto rodeado de una enorme alambrada. En su cima hay enrollados alambres formando espirales con grandes púas. También hay pequeñas cabañas y separadas de ellas unos edificios más grandes. No hay vegetación, solo tierra. Hay personas dentro del recinto, pero no solo hay niños sino también adultos. A lo lejos se ve una columna de humo. A Gretel le recorre un escalofrío cuando ve todo esto y cierra la ventana.
Le comenta a su hermano que eso debe ser el campo, donde hay personas que cultivan la tierra y granjeros que cuidan de los animales. Bruno no está muy convencido con esa explicación, si fuera el campo como ella dice, ¿dónde están los animales? Y si cultivan alimentos, esa tierra no tiene pinta de poder ser cultivada. Gretel admitió su error ante su hermano. Volvieron a mirar por la ventana, se preguntan qué hacen esas personas ahí, había cientos.
Ven que los niños se ponen en fila india dirigidos por los vigilantes. Parece como si estuvieran ensayando algo, comenta Gretel a su hermano. A ella no le apetece jugar con ellos ya que están muy sucios y algunos lloran. Bruno aclara a su hermana que si están sucios es porque seguramente no tendrán cuarto de baño. Su hermana lo llama estúpido y vuelve a su habitación a seguir colocando sus muñecas.
Bruno sigue observando por la ventana y le parece muy curioso que todas esas personas lleven puesto lo mismo: una gorra y un pijama gris de rayas.
Capítulo 5. Prohibido entrar bajo ningún concepto y sin excepciones
El día que se marchan de la casa de Berlín, cuando dan un último vistazo, la contemplan tan vacía, que la madre de Bruno hizo un comentario que el niño no entendió, se lamenta de haber invitado a el Furias a cenar y la ve con lágrimas en los ojos. El padre de Bruno se ha ido unos días antes y a ellos les recoge un coche con banderas rojas que los conduce hasta la estación de tren.
En la estación hay multitud de personas y soldados, cuando entra en el tren y ve que hay tantos asientos vacíos le entran ganas de gritar por la ventilla a esa multitud que hay sitio de sobra en ese tren, pero no lo hace. Bruno desde que llegó a la casa nueva no ha visto a su padre. Observa que la puerta del despacho de su padre está abierta, hay cinco hombres hablando con él, escucha que hablan del Furias. Su padre le provoca sentimientos contradictorios, por un lado siente admiración por él, por otro miedo.
Los soldados se marchan saludando a su padre como le ha enseñado a él, alzando el brazo y diciendo dos palabras. Bruno tiene terminantemente prohibido entrar a ese despacho. Decide que ya es hora de entrar para ver a su padre. Su padre le pregunta que si le gusta la nueva casa y Bruno que es muy sincero, le dice que no, que quiere volver a Berlín. Su padre le explica que no puede ser. Este es su nuevo hogar.
Bruno le pregunta por las personas y su padre le explica que son los soldados, secretarias… el niño le dice que no se refiere a esas personas, sino a las otras que ve desde su ventana, a las que llevan un pijama de rayas. Su padre le explica que eso no son personas realmente y que no se preocupe por ellas, lo que tiene que hacer es portarse bien. Bruno se despide de su padre alzando el brazo y diciendo las dos palabras: «Heil, Hitler». Palabras que no sabe qué significan realmente, supone que es como decir «Hasta luego, que tengas un buen día».
Capítulo 6. La criada con un sueldo excesivo
Días después, Bruno se encuentra en su dormitorio mirando al techo, se lamenta en voz alta que ese lugar es horrible. Cuando entra María, que lleva la ropa para colocarla en el armario, Bruno le pregunta que si le gusta el sitio, que a él no, que lo odia. Su padre se ha equivocado al arrastrarlos a todos a esa casa. Pero María no quiere contestarle francamente porque, la verdad, se puede meter en un lío, si le dice a un niño lo que realmente piensa. Le explica que su padre sabe lo que se hace y que tiene que obedecerlo.
Bruno está tan enfadado que le dice que su padre es un estúpido. María comprueba que nadie esté escuchando, lo regaña por sus palabras y le explica que su padre es un hombre bueno que la ayudó cuando más lo necesitaba proporcionándole un trabajo y un hogar. Le cuenta que su madre trabajaba como modista para su abuela y que cuando enfermó su padre se hizo cargo de todos los gastos médicos, así como del funeral cuando falleció, le está muy agradecida por todo esto y no permite que insulte a su padre en su presencia.
Bruno se da cuenta de que la criada es muy fiel a su padre y se siente muy orgulloso de él. María mira por la ventana a las personas con el pijama de rayas y a los soldados, le dice a Bruno que su padre es muy noble y no entiende por qué hace… pero no termina de decir lo que piensa. En ese momento se siente un gran portazo en la habitación del piso de abajo y unos pasos que se apresuran por la escalera, es Gretel, que se planta en el cuarto de su hermano y se extraña de ver a María con el niño.
Le ordena a la criada con una gran prepotencia que le prepare el baño, esto hace enfadar a Bruno, que le responde que eso lo puede hacer ella. Antes de ir a preparar el baño de la niña, le pide al chico que le prometa que no volverá a hablar mal de su padre, aunque lo piense, que les puede traer problemas. Bruno siente unas enormes ganas de llorar, pero se contiene, ese lugar no le hace bien.
Capítulo 7. El día que madre se atribuyó el mérito de algo que no había hecho

Unas semanas después Bruno decide que tiene que buscar algo en lo que entretenerse para no volverse loco como su vecino de Berlín, Herr Roller. Que discute consigo mismo, pega golpes en la pared hasta que se hace sangre, invita a los gatos a tomar café… Su madre le dice que no está bien reírse de esa persona porque en la guerra le hirieron en la cabeza y por eso se comporta así. Para entretenerse se le ocurre la idea de montar un columpio en un gran roble que hay en el jardín de la casa.
La cuerda la encuentra rápidamente pero el problema era el neumático. Vio a su hermana embobada hablando con Kotler y se le ocurre pedírselo a él. Al acercarse a ellos, observa cómo su hermana tiene una sonrisa tonta a cada comentario que realiza el teniente. Los saluda y el teniente le alborota el pelo a Bruno, a este le entran ganas de derribarlo de un empujón, pero se contiene. Le pregunta por el neumático y Kotler le contesta que sabe que hay uno en la cintura del sargento Hoffschneider, pero que lo tiene permanentemente.
El chico no entiende a qué se refiere, mientras la hermana se ríe del comentario. Le relata que quiere hacer un columpio y le pregunta si había algún otro. En ese momento Kotler llama a Pavel, que pasa por allí, lo llama con una palabra que Bruno no escucha bien. Le ordena que lleve al niño al almacén donde hay muchas ruedas amontonadas para que elija la que más le guste y que se la traslade al árbol. Pavel, con la cabeza bajada y en voz muy baja, afirma.
Kotler, no contento lo llama asqueroso y le da la orden de que después se lave las manos cuando vaya a la cocina. Esa era la palabra que Bruno no había escuchado bien, «asqueroso». Siente vergüenza ajena al oírla, no considera a Pavel como tal, la hermana también se siente un poco incómoda. Pavel dirige a Bruno hasta el almacén, pero a Bruno le dan ganas de ir a por su hermana y retirarla de Kotler, siente repugnancia de su comportamiento y quería proteger a Gretel de semejante persona.
Bruno consigue montar su columpio sin ayuda. Empieza a columpiarse de una forma bastante imprudente hasta que se cae al suelo y se hace un corte en la rodilla. Pavel, que ve todo lo que ocurre desde la ventana de la cocina, va corriendo a por el niño. Le cura la herida y le recomienda que permanezca sentado un rato. Bruno le pregunta que si se lo va a contar a su madre cuando vuelva y este le responde que no va a hacer falta, que se va a dar cuenta ella misma.
Bruno está preocupado por si lo tienen que llevar al médico, pero Pavel le dice que no va a ser necesario. Bruno le comenta que cómo puede saber eso si él no es médico. Pavel, que pelaba zanahorias mientras hablaba con el muchacho, le susurra que sí lo es. Bruno no se cree lo que está escuchando, se pregunta que cómo podía ser eso posible si es la persona que les sirve la comida. Pavel le explica que antes de venir aquí practicaba la medicina y que desde pequeño siempre quiso ser médico.
Bruno le confiesa que quiere ser explorador. Entra su madre a la cocina. Pavel agacha la cabeza y enmudece, sigue pelando zanahorias. Bruno le cuenta lo ocurrido. Pavel, en voz baja y sin levantar la cabeza, explica que ha limpiado la herida y que todo está bien.
Su madre le manda a la habitación. Escucha cómo le da las gracias a Pavel, cosa que le gusta bastante a Bruno. Lo que no le agrada es que su madre le diga a Pavel que si pregunta el comandante conteste que ha sido ella la que ha curado al niño. Bruno considera que su madre se ha atribuido algo que realmente no ha realizado.
Capítulo 8. Por qué la abuela se marchó furiosa
Bruno echa mucho de menos a sus abuelos. Su abuelo es propietario de un restaurante. Su abuela fue cantante, es la que ameniza las fiestas de su casa, le encanta escucharla cantar, sobre todo la canción La vie en Rose. En Navidades y fiestas de cumpleaños organizan un teatrillo donde participan los niños y ella para la familia. Lo que más le gusta de esas obras es que su abuela le hace un disfraz a él y a Gretel. Empieza a recordar la última representación que hicieron en familia y que acabó en discusión, aunque todavía no sabe por qué se produjo.
Todo comenzó una semana antes cuando empezaron a llamar a su padre comandante. Una noche están celebrando que su padre estrena un uniforme nuevo y todos le dan la enhorabuena, lo tratan con mucho respeto. Su abuelo está muy orgulloso, pero a la abuela no se la ve nada contenta al contemplar a su hijo vestido así. Dice que le dan vergüenza las cosas tan horribles que hacen los que llevan ese uniforme.
Su madre envía a Bruno y a Gretel a su cuarto para que no escuchen la conversación, pero se quedan ocultos sentados en la escalera. La verdad es que no se enteran de mucho, ya que las voces llegan distorsionadas a sus oídos.
Cuando se abre la puerta del salón de golpe, ven salir a la abuela, que coge su abrigo y se marcha de la casa bastante enfadada. Desde entonces Bruno ve muy poco a la abuela, no se pudo despedir de ella cuando se vinieron a vivir a Auschwitz. Como la echa tanto de menos decide escribirle una carta, le cuenta lo infeliz que se siente, le habla de la casa nueva, del recinto rodeado de alambrada, de los soldados y de las personas con el pijama de rayas.
Capítulo 9. Bruno recuerda que le gustaba jugar a los exploradores

Los padres deciden que los niños necesitan un tutor que les dé clases. La persona encargada de esto es herr Liszt. A Bruno le apasionan los libros de aventuras, pero el nuevo profesor no admite esto, considera que es una pérdida de tiempo leer sobre cosas que no han ocurrido y está empeñado que es mejor que los niños conozcan la historia del país, los orígenes y las injusticias que han sufrido.
Bruno piensa que le viene bien conocer todo esto, así descubrirá por qué están es esa maldita casa ya de una vez. Un día Bruno está en su cuarto recordando que le encanta explorar, en su casa de Berlín lo hacía continuamente, toma la decisión de que ya es hora de que lo haga aquí también. La casa no sirve para esa labor, y como desde su ventana ve continuamente el recinto alambrado con soldados y personas con el pijama de rayas, dispone que es el lugar perfecto para su aventura.
Mientras se dirige hacia allí intenta no pensar en sus padres, ya que le han prohibido en numerosas ocasiones aproximarse a la alambrada del recinto bajo ningún concepto.
Capítulo 10. El punto que se convirtió en una manchita que se convirtió en un borrón que se convirtió en una figura que se convirtió en un niño
Bruno comienza a andar alrededor de la alambrada. El paseo es largo, no ve a nadie cerca y tampoco hay una puerta por donde entrar, parece que se va a convertir en una exploración aburrida. Camina una hora, está muy alejado de las cabañas y soldados, la columna de humo apenas se aprecia, ante sus ojos solo hay una gran extensión de tierra sin nada. Le empieza a entrar hambre, piensa que ya es hora de volver a casa, pero en ese momento observa a lo lejos un punto. Sigue andando y el punto se convierte en una manchita.
Continúa caminando y la manchita se convierte en un borrón, seguidamente en figura y finalmente en un niño. Está sentado, su expresión es de una gran tristeza, está descalzo y tiene los pies muy sucios. Bruno le dice al niño con el pijama de rayas que está explorando, exagera un poco en cuanto al tiempo que lleva haciéndolo, le comenta que lleva dos horas investigando, esto le hace sentirse más importante. Le cuenta que vive en la casa que está situada al lado de la alambrada. El niño del pijama de rayas le dice que se llama Shmuel.
A Bruno no le suena ese nombre, nunca lo ha escuchado. Shmuel le comenta que dentro de la alambrada hay cientos de personas que se llaman así. Los dos niños descubren que nacieron el 15 de abril de 1934. Shmuel le cuenta que en su lado de la alambrada hay muchos niños, que siempre están peleándose y como necesita estar solo se ha escondido ahí. Bruno está indignado por el hecho de que en ese lado de la valla haya muchísimos niños con los que jugar, mientras que él no puede jugar con nadie.
Shmuel le explica que es polaco. Bruno se queda sorprendido porque su nuevo amigo sabe hablar dos idiomas, alemán y polaco. Bruno le cuenta que de mayor quiere ser explorador y le pregunta qué hace la gente que hay detrás de la alambrada.
Capítulo 11. El Furias
Tiempo atrás, unos meses antes de su llegada a Auschwitz, el padre de Bruno anunció que dentro de dos días iría a cenar El Furias, que le tenía que contar algo muy importante. A la madre de Bruno no le hizo ni pizca de gracia ya que había quedado para ir al teatro. Bruno preguntó quién es esa persona, y su hermana, llamándole idiota, le contestó que es quién dirigía el país. Su padre les dió instrucciones antes de la llegada del El Furias: tenían que estar callados y saludar cuando el invitado lo haga primero.
Los niños cenan antes que ellos y para que no estorben se irán a sus habitaciones y permanecerán en silencio mientras los adultos cenan. Cuando suena el timbre los niños se ponen en posición para hacer todo lo que les han ordenado. Cuando Bruno ve entrar a El Furias y a una mujer (Eva), observa que es mucho más bajo que su padre por lo tanto su padre es mucho más fuerte que ese hombre. Es moreno y con un bigote muy pequeño.
Bruno pensó que era tan pequeño que lo más seguro es que se le había olvidado quitarlo al afeitarse, para el niño no tiene sentido llevarlo. Estrecha la mano a Bruno y su hermana casi se cae al hacerle la reverencia, lo cual le hizo mucha gracia al chico. Bruno considera que El Furias es un poco prepotente cuando ve que se va al salón y se sienta en el sitio de su padre. Los niños se van a su habitación. Bruno desde su ventana ve cómo se marchan El Furias y Eva después de la cena.
Le parece la persona más grosera que había conocido nunca. Más tarde escucha cómo discuten sus padres, solo le llegan palabras sueltas, su madre está muy disgustada. Dos días después, cuando vuelve del colegio, se encuentra todas sus cosas empaquetadas.
Capítulo 12. Shmuel busca una respuesta a la pregunta de Bruno
El niño con el pijama de rayas le cuenta a Bruno que antes de vivir en ese sitio, vivía con sus padres y su hermano Josef. Su padre es relojero. Le había regalado un reloj muy bonito con la esfera dorada pero ya no lo tenía, se lo habían quitado los soldados. Un día todo cambió, al volver del colegio se encuentra a su madre cosiendo brazaletes con una estrella. Están obligados a llevarla siempre que salen de casa. Bruno le dice a su amigo que su padre también lleva un brazalete en el uniforme, rojo con un dibujo en blanco y negro.
Al dibujar los dos niños cada símbolo, se dan cuenta que no es el mismo. A Bruno le gustaría tener uno, pero no sabría cuál elegir, ya que los dos brazaletes le parecen bonitos. El niño con el pijama de rayas le sigue contando su historia, le explica que después de llevar unos meses con el brazalete, un día su madre le comunica que ya no pueden vivir en esa casa. Bruno le dice que a él le ha pasado igual, que una noche vino El Furias a cenar y también les obligaron a cambiar de casa.

Shmuel le cuenta que se tuvieron que ir a vivir a un barrio de Cracovia, les levantaron un muro enorme. Vivían en la misma habitación con otra familia. Había un niño mayor que él y siempre le pegaba sin motivo. Un día los soldados los obligan a salir de las casas y a montarse en camiones que les llevan a un tren que atestado de gente. En su interior costaba respirar y olía muy mal. Bruno recuerda el día que se sube al tren que está vacío, le dijo a Shmuel que se tenía que haber subido al suyo.
El niño le expresa que duda mucho que los dejaran montar en ese tren. Cuando ese tren llega a su destino, hace mucho frío y tiene que echar a andar hasta que llegan a este lugar. Bruno le declara que ellos llegaron en coche hasta la nueva casa. Shmuel muy triste termina de contar su historia, a su madre la separaron de él, de su padre y de su hermano. Bruno no entiende la tristeza de su nuevo amigo, al fin y al cabo, ambos han pasado por lo mismo.
El niño con el pijama de rayas le pregunta si ha traído algo de comer. Bruno le confiesa que le iba a traer chocolate pero que se le había olvidado. Le dice que puede ir a cenar con ellos algún día, pero Shmuel no está muy convencido de eso. A Bruno se le ocurre una idea, le propone que mejor puede ir él a cenar y así puede conocer a los demás niños, que puede colarse por debajo de la valla. Shmuel se pone muy nervioso, se despide de su amigo y se marcha.
Capítulo 13. La botella de vino
Bruno comienza a no sentirse tan desgraciado en Auschwitz, llena sus días visitando a su nuevo amigo todas las tardes. Antes pasaba por la cocina para llenarse los bolsillos de comida, lo sorprende María y le pregunta si todavía tiene hambre. Bruno le contesta que tiene pensado dar un paseo y se la lleva por si le entran ganas de comer algo. Tiene tanta curiosidad por Pavel que le pregunta a María si era médico, que le ha curado el día que se cayó del columpio.
María le afirma que no lo es, que es camarero. En otra vida sí lo fue, pero eso ya quedó atrás. Bruno no entiende por qué fue y ya no era, entonces María le dice que le cuenta la historia de Pavel si le promete que no se lo dice a nadie. Shmuel espera a su amigo detrás de la alambrada. Bruno llega tarde, le da parte de la comida que ha escondido en los bolsillos ya que por el camino le ha entrado hambre. Ha llegado tarde porque ha estado hablando con María de Pavel, que si lo conoce.
El niño con el pijama de rayas le dice que no, en ese lado de la alambrada viven miles de personas. Le cuenta que Pavel era médico antes de llegar a Auschwitz y que le curó la herida cuando se hizo daño, que su padre no puede enterarse porque le traería problemas a Pavel. Su amigo le revela que funciona al revés en ese lado de la valla, que los soldados no quieren que nadie se cure. Por la noche el teniente Kotler va a cenar con ellos, a Bruno no le hace mucha gracia esto ya que no le gusta nada ese soldado.
Pavel es el encargado de servir la cena, su estado es enfermizo, cada vez está más consumido. El teniente Kotler cuenta que su padre es profesor de Literatura en la universidad, hace mucho que no lo ve porque se marchó de Alemania hace unos años y no lo ha vuelto a ver. El padre de Bruno dejó de comer en ese instante y le pregunta que a dónde se fue su padre. El teniente Kotler responde que se fue a Suiza.
El padre de Bruno considera que el padre del teniente Kotler tenía que haber servido a la patria ya que era joven para hacerlo y no haberse marchado, que solo se marchaban los cobardes, traidores…
Entonces le pregunta que si ha informado de esto a los superiores. El teniente Kotler se queda blanco, se ve que no lo hizo. Por desgracia en esta cena paga por la conversación el que menos culpa tiene. Pavel va a servir el vino con la torpeza de derramar un poco encima de Kotler, que se pone furioso con él. Nadie hace nada para ayudarlo, los niños palidecen al ver la reacción violenta del teniente.
Capítulo 14. Bruno cuenta una mentira muy razonable
Bruno sigue visitando a su amigo todas las tardes. Una de esas tardes se encontra a Shmuel con un ojo morado. No quiere contarle qué le ha pasado. Bruno insiste en meterse al otro lado de la alambrada para jugar, pero el niño con el pijama de rayas siempre le decía que no es buena idea que haga eso, no es agradable estar en ese lado de la valla. Durante varios días llueve mucho y Bruno no puede ir a visitar al niño con el pijama de rayas.
Una de esas tardes lluviosas, está leyendo en su habitación cuando entra su hermana que está aburrida. En la conversación que tienen a Bruno se le escapa que hoy no puede ir a ver a Shmuel. Lo dice sin pensar. Su hermana, rebotada,le dice que le repita lo que ha dicho, quién es esa persona. Bruno no sabe cómo escapar de su error y no se le ocurre otra cosa que decirle a Gretel que juega todos los días con su amigo imaginario. Lo dijo tan convincente que su hermana se cree la mentira.
Capítulo 15. Una cosa que no debería haber hecho
Su padre cumple años, van a hacer una fiesta para todos los oficiales que trabajan en Auschwitz. Su madre y el teniente Kotler están preparándola. Bruno no aguanta a Kotler, no soporta que su madre le ría las gracias, que Gretel se ponga tonta en su presencia, y por supuesto no soporta que lo llame jovencito. Le horroriza pensar en el día que un perro no dejaba de ladrar y como Kotler le pegó un tiro. Es una persona cruel que disfruta haciendo daño.
Cerca del acontecimiento, Bruno baja al salón con el libro que le había regalado su padre La isla del tesoro, quería leerlo allí. Se encuentra con el teniente Kotler que sale de la cocina y al verlo le quita el libro y le pregunta de qué va. Bruno le cuenta que va de una isla y un tesoro. Intenta recuperar su libro, pero no se lo da, intenta fastidiarle un poco. La madre de Bruno entra en ese momento y manda a Bruno a la cocina ya que tiene que hablar en privado con el teniente Kotler.
La sorpresa tan grande que se lleva Bruno al entrar en la cocina, su amigo estaba limpiando los vasos. Bruno le ofrece comida. Al niño con el pijama de rayas le da miedo a cogerla, no se atreve, siente terror de que lo pille el teniente Kotler. Bruno se lo pone en las manos y ya no hay vuelta a atrás. A toda prisa se mete los trozos de pollo en la boca. Entra Kotler y al verlo hablar con Bruno, se encara con Shmuel, empieza a darle gritos de que si ha estado comiendo. El niño, aterrado, le dice que se lo ha dado Bruno, que es su amigo.
El teniente se pone más rabioso y le pregunta a Bruno si conoce a ese niño. Bruno asustado dice que no. Esto provoca que Kotler le diga a el niño con el pijama de rayas que limpiara los vasos que luego hablaría con él y le haría comprender que no se roba. Manda a Bruno al salón, siente remordimientos por no defender a su amigo. Durante una semana Bruno va todas las tardes a la alambrada, quiere pedirle perdón, pero su amigo no aparece.
Un día le da mucha alegría cuando lo ve allí, el niño con el pijama de rayas tiene la cara llena de cardenales. Le pide perdón, le explica que no entiende por qué dijo que no lo conocía, que está muy avergonzado. Shmuel mete la mano por debajo de la alambrada y le da un apretón de manos a su amigo. Lo ha perdonado.
Capítulo 16. El corte de pelo
Cuando ya llevan casi un año en Auschwitz muere la abuela. Vuelven a Berlín para el funeral. La última vez que la vio viva fue antes de que se mudaran. Bruno se ha adaptado a su nueva casa y ya no echa en falta a Berlín, ni a sus amigos. Ve a sus padres contentos, su hermana echa de menos al teniente Kotler que lo han destinado a otro sitio. Lo que más le gusta a Bruno es visitar a su amigo Shmuel. Aunque quiere poder jugar a los exploradores o al fútbol con él. Solo se limitan a hablar a través de la alambrada.
Como sabe que con sus padres no podría hablar del tema valla, piensa consultarle a su hermana. Gretel le explica que la alambrada está allí porque esas personas eran judías y hay que mantenerlas separadas de ellos. Bruno no entiende nada, le pregunta a su hermana si ellos también son judíos. Gretel le contesta que ellos son los contrarios y que no se llevan bien con los judíos. Gretel que está tocándose el pelo pega un gran grito, ha descubierto que ella y Bruno tienen piojos. Su padre decide que lo mejor es afeitarle la cabeza a Bruno.
Capítulo 17. Madre se sale con la suya
Bruno ve a su madre cada vez más afligida. Un día escucha como discuten sus padres. Su madre está desesperada, no aguanta más esa situación, no quiere seguir en ese lugar, es horrible lo que hacen allí. Su padre dice que no puede dejarles marchar a Berlín, ya que si se lo permite habrá habladurías en el trabajo y le perjudicará. Pasan las semanas y nada cambia. Su padre sigue trabajando. Su madre se pasa la mayor parte del día acostada y toma mucho licor medicinal.
Bruno está muy preocupado por ella. Un día su padre los llama a él y a Gretel al despacho y les comunica que se mudarán a Berlín los dos con su madre, pero él se tiene que quedar en Auschwitz a terminar el trabajo. A Bruno no le hace mucha gracia el tener que volver a Berlín, le gusta estar con su amigo Shmuel.
Capítulo 18. Cómo se ideó la aventura final
Bruno va a visitar a su amigo a la alambrada. El niño con el pijama de rayas está desolado, le cuenta que su padre ha ido a hacer su turno de trabajo y no ha vuelto, lleva varios días desaparecido. Bruno le revela que se marcha a Berlín para siempre. Se le ocurre que para despedirse puede colarse por la alambrada y ver dónde vive Shmuel. Como tenía la cabeza rapada solo le faltaba el pijama de rayas para poder pasar desapercibido.
A su amigo le pareció una gran idea ya que así puede ayudarlo a buscar a su padre. Quedan en que lo harían al día siguiente como gran despedida. Shmuel le traería el pijama de rayas y Bruno podría explorar el lugar por el que tanta curiosidad tenía.
Capítulo 19. Lo que pasó el día siguiente
Cuando Bruno llega a la alambrada Shmuel ya le está esperando con el pijama de rayas. Deja su ropa tirada en la alambrada y se pone lo que para él era un disfraz para explorar. Una vez que cruza la alambrada, ambos niños tienen unas ganas enormes de abrazarse y darse las gracias por todo, pero no se atreven. Bruno piensa que dentro hay familias felices, niños jugando, cafeterías como hay en Berlín, pero descubre que se ha equivocado. Lo que se encuentra es desolador, personas tristes, de aspecto enfermizo y soldados con armas riendo.
Bruno piensa que lo mejor que puede hacer es volver a casa, pero como le ha prometido a Shmuel ayudarlo a buscar a su padre, sigue allí. Pasa una hora y no encuentran nada que revele dónde está el desaparecido. Suena un fuerte silbato y la zona donde se encuentran los dos amigos se llena de soldados. Shmuel le cuenta que a veces organizan marchas.
Un grupo muy numeroso de personas empiezan a marchar empujados por los soldados, entre ellos se encuentran los dos niños. Los conducen a un recinto, los dejan a oscuras y cierran la puerta.
Capítulo 20. El último capítulo
Bruno desaparece. La familia lo busca por todas partes. Un soldado encuentra la ropa del niño junto a la alambrada. Su madre permanece varios meses en Auschwitz, con la esperanza de tener noticias de su hijo. Piensa que el niño se ha ido a Berlín a su antigua casa, pero cuando va, el niño no está allí. Gretel también vuelve a Berlín, se encierra en su cuarto a llorar porque echa mucho de menos a su hermano. Su padre se queda un año más en Auschwitz, piensa continuamente en su hijo.
Cavila qué es lo que ha podido ocurrir, vuelve al lado de la alambrada donde encontraron la ropa. Descubre que por la valla se puede haber colado una persona del tamaño de Bruno y cae en la cuenta de lo que ha ocurrido realmente. Y así es como termina el niño con el pijama de rayas.

Miles de niños fueron asesinados en los campos de concentración durante la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial. Esta fotografía muestra algunos de los niños supervivientes que fueron liberados de Auschwitz. Pertenece a una película tomada por la unidad cinematográfica del primer frente ucraniano, realizada por Alexander Voronzow y otros miembros de su grupo.
Personajes de El niño con el pijama de rayas
Bruno: Tiene nueve años. Es uno de los personajes principales de la novela. El libro se desarrolla desde su punto de vista. No entiende las cosas de los mayores, solo es un niño inocente que no se da cuenta de lo que ocurre realmente.
Shmuel: Es judío, tiene nueve años. Es el otro personaje principal de esta novela. Es el niño con el pijama de rayas del que Bruno se hace tan amigo. Sufre mucho en ese horrible lugar donde le hacen cosas terribles.
Gretel: Es la hermana de Bruno, con el que se lleva fatal. Bruno la llama la tonta de remate. Tiene doce años. Le gusta el teniente Kotler, siempre está tonteando con él, no se da cuenta de la crueldad que tiene esta persona.
Ralf: Es el padre de Bruno. Es un militar nazi, ascendido en el trabajo y destinado al campo de concentración de Auschwitz. Es bastante estricto, antepone su trabajo a su familia.
La madre de Bruno: Está atormentada con el nuevo trabajo de su marido. Para llevar mejor esos días en Auschwitz bebe mucho licor medicinal y prolonga las siestas. Discute mucho con su esposo. Considera que la nueva casa no es lugar para criar a unos niños. Quiere volver a Berlín con sus hijos.
María: Criada, es muy fiel a la familia, está muy agradecida con el padre de Bruno porque la ayudó en los momentos más difíciles. Piensa que es un hombre bueno y no entiende cómo puede cometer actos tan atroces
Teniente Kotler: Tiene 19 años. Es una persona muy agresiva con los judíos. Oculta a sus superiores que su padre se fue de Alemania en el 38 porque era contrario a lo que estaba ocurriendo en el país. Es una persona detestable, su comportamiento deja mucho que desear
Pavel: Es el anciano que se encarga de la comida y de servir la mesa. Es judío. Antes de la guerra era médico.
Matthias: Es el abuelo de Bruno. Tiene 63 años. Regenta un restaurante. Apoya a su hijo en la nueva misión que tiene.
Nathalie: Es la abuela de Bruno. Tiene 62 años. Fue cantante. En Berlín ameniza las reuniones familiares con teatrillos en los que participan Gretel y Bruno. Está muy disgustada con su hijo por el papel que está desempeñando en Auschwitz. Se muere sin hacer las paces con él. La última vez que ve a sus nietos es en Berlín.
El Furias: Es Adolf Hitler. Sobran las palabras para describir a este monstruo que exterminó a miles de personas.
Eva: Es la acompañante de El Furias cuando va a cenar a casa de Bruno. Es amable con los niños y anima a que Gretel siga aprendiendo francés.
Karl y Daniel y Martin: Son los amigos de Bruno en Berlín. Al principio los añora mucho, pero cuando conoce a Shmuel, los va olvidando poco a poco.
Aparecen otros personajes en El niño con el pijama de rayas como el padre de Shmuel y su hermano (Josef) que salen de pasada en algún capítulo cuando Shmuel cuenta su historia y cuando le confiesa a Bruno que su padre ha desaparecido. También aparece el profesor herr Liszt, que da clase a Bruno y Gretel todos los días, o el sargento Hoffschneider, cuando el teniente Kotler se mofa de la barriga de esa persona cuando Bruno busca un neumático para hacer un columpio.