Bodas de Sangre (Federico García Lorca)
Bodas de Sangre es el primer libro de la trilogía dramática de la tierra española escrita por Federico García Lorca. Esta trilogía se completa con Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936).
La obra, una tragedia que mezcla la prosa y el verso, se divide en tres actos y siete cuadros. Algún crítico anotó que el dramaturgo había hecho demasiadas concesiones al poeta[R1], pero lo cierto es que los versos encajan en el conjunto a la perfección. Bodas de Sangre cuenta la historia de un matrimonio maldito que naufraga la misma noche de su celebración. Está basada en hechos reales, aunque Lorca altera la historia de forma que el drama inicial adquiere mayor magnitud.
Bodas de Sangre se estrenó el 8 de marzo de 1933 en Madrid, en el antiguo teatro Infanta Beatriz. Cosechó un gran éxito, recibiendo el elogio casi unánime de la crítica. El periódico La Nación, en su edición del 9 de marzo, decía: «Anoche se ha evidenciado que el teatro español cuenta en García Lorca con un cultivador del género poético que puede dar días gloriosos a nuestra escena»[R2].
El crimen de Níjar: El suceso que inspiró Bodas de Sangre
Bodas de Sangre está basada en hechos reales, al menos parcialmente. El 25 de julio de 1928 los periódicos publicaron la noticia de una boda frustrada que tenía todos los ingredientes de un buen culebrón. De hecho, algún diario usó el antetítulo «Como en las novelas» para destacar tan impactante suceso.

En Níjar vivía una muchacha llamada Francisca Cañada Morales, a quien llamaban Paca ‘La Coja’ pues, según parece, los reiterados malos tratos del padre en su niñez le habían dejado una cojera permanente. La cuestión es que el padre decidió dotarla con 15.000 pesetas, que para la época era un dineral. Y esto le procuró dos pretendientes.
El primero era Casimiro Pérez Pino, que vivía en un cortijo vecino y llevaba dos años viéndose con Paca. El otro era Francisco (Curro) Montes Cañada, un primo de la muchacha.
La boda entre Paca y Casimiro se fijó el 24 de julio a las tres de la mañana. Francisco (que como familiar estaba invitado) propuso a Paca fugarse juntos y casarse al día siguiente. Argumentó que sus padres eran ya mayores y él heredaría tierras y ganado, que, sumando la dote de la muchacha, daba para vivir más que holgadamente.
Paca se lo pensó. A medianoche mandó al novio a descansar con la excusa de que debía estar fresco para la boda y siguió rumiando un rato la propuesta de su primo, que finalmente aceptó. Abandonaron el cortijo discretamente, y cuando llegó el momento de pasar por el altar, Casimiro se encontró compuesto y sin novia. Buscaron por todas partes, pero sin resultado. Cancelada la boda, los invitados regresaron a sus cortijos.
La fuga de Paca y Curro no tuvo un final feliz. A unos seis kilómetros del cortijo fueron interceptados por José Pérez Pino -hermano de Casimiro- quien, a su vez, estaba casado con Carmen Cañada Morales, hermana de Paca. José le pegó cuatro tiros a Curro y Carmen intentó lo propio con Paca, que salvó la vida haciéndose la muerta. El cuerpo de Curro fue descubierto un rato después por un hermano suyo que volvía del cortijo.
Resumen detallado de Bodas de Sangre por actos y cuadros
Primer acto
El primer acto consta de tres cuadros. En el primer cuadro conocemos la historia de la Madre y el Novio y el origen de su enfrentamiento con los Félix. El segundo cuadro presenta a Leonardo y su familia, y el tercer cuadro es la pedida de mano, donde vemos por primera vez a la Novia y al Padre.
Cuadro I
El Novio se prepara para ir al campo. Vive con su madre, pero por poco tiempo. Desde hace tres años tiene una novia a la que quiere pedir. No habrá problema con la boda, pues los dos tienen tierras y dinero. Pero la madre tiene un runrún en la cabeza. A pesar de eso, es su único hijo y cede. La pedida de mano será el domingo, y manda al Novio a comprar unas medias caladas para su prometida y tres trajes para él.
En realidad, la Madre tuvo dos hijos. Lo recuerda a diario, pero especialmente esa mañana, cuando el Novio le pidió una navaja para cortar algún racimo de uvas en el campo. Una navaja, las reyertas por las tierras y la mala sangre de los Félix se llevaron primero a su marido. Años después, a su otro hijo. Y ahora sólo le queda el Novio, y se estremece pensando que la navaja también se lo quite a él.
El hijo marcha a faenar y llega de visita una vecina. Charlan sobre sus vidas y comentan el accidente de un vecino -Rafael- que quedó sin brazos y, cómo no, de la boda. La vecina habla bien de la Novia. Dice que es buena muchacha, sin hermanos, que, huérfana de madre, vive en una cueva aislada con su padre. Que siendo moza tuvo un novio que se acabó casando con una prima de ella dos años atrás. Y el novio en cuestión era un tal Leonardo… de la familia de los Félix.
A la Madre la noticia le sentó como un tiro. Los Félix mataron a su marido e hijo, y aunque Leonardo fuese un niño en aquel entonces, no debía menospreciarse la sangre que corría por sus venas.
Cuadro II
La Suegra y la Mujer cantan una nana para dormir a un niño pequeño. Le han dejado en el cuarto cuando llega Leonardo, que viene de herrar al caballo. Últimamente le duran poco las herraduras y la Mujer lo achaca a un exceso de uso. También la Suegra, que los últimos días nota al caballo sudoroso y cansado.
Es sábado, y la Mujer cuenta a Leonardo que al día siguiente piden a su prima, aquella con la que él tuvo relaciones durante tres años y tuvo que dejar por la diferencia económica entre familias. Él no era buen partido.
A Leonardo la noticia no le gusta. No quiere saber nada de invitaciones, ni de preparativos, y despacha a la criada con cajas destempladas cuando esta trata de contarles los regalos que el novio ha comprado para la pedida de mano. Su carácter de pronto torna arisco y se marcha, despertando al niño. La Mujer y la Suegra entonan la nana para dormirlo de nuevo.
Cuadro III

Ya es domingo. La Madre y el Novio llegan a casa de la Novia para pedir su mano al padre. Planean casarse el jueves siguiente, día en que la muchacha cumple 22 años. «Esa edad tendría mi hijo mayor si viviera», lamenta la Madre. El Padre cambia de tercio. Acuerdan ir en coche hasta la iglesia y que los invitados los acompañen en sus carros y carretas. La Madre está conforme. Llaman a la Novia.
La Madre habla con ella y el Novio le entrega los regalos, que no abre. La impresión es buena. La Novia parece callada y sumisa. Y hacendosa, como bien se encarga de explicar su padre. Toman un tentempié rápido y la Madre y el Novio marchan. Él, más emocionado que ella, promete ir a visitarla al día siguiente, a las cinco.
Cuando los otros salen, la Criada interpela a la Novia por los regalos. Pero ella se niega a abrirlos. Está mohína. La Criada sabe lo que le pasa, por eso la desafía diciéndole que la noche anterior escuchó un caballo y, al asomarse, vio a Leonardo en su ventana. La Novia niega con vehemencia, pero en ese momento se escucha el galope del caballo de Leonardo. Ante la evidencia, no le queda otra que reconocer que quien la visitó fue él.
Segundo acto
El segundo acto consta sólo de dos cuadros. El primero es el día de la boda. Empieza con los preparativos y termina con la marcha de novios, amigos y familiares a la iglesia donde tendrá lugar el enlace. En el segundo cuadro el matrimonio se ha celebrado y están de vuelta en casa de la Novia, donde tendrán lugar los festejos y aguarda la desagradable sorpresa.
Cuadro I
Llegó el jueves. La Criada termina de peinar a la Novia. La alegría de una contrasta con la tristeza y enfado de la otra. La Novia está arisca, salta a la primera, no se le puede hablar. Incluso tira al suelo la corona de azahar[1]. La Criada, contrariada, le recuerda que aún puede echarse atrás. Pero la Novia rehúsa hacerlo. Ya es tarde, ya se ha comprometido y, además, ella quiere al Novio. Quiere pensar que el cariño que siente por él es suficiente para ser la madre de sus hijos. En cualquier caso, está decidida a dar el paso.

De pronto suena la puerta. Llegó el primer invitado. Leonardo. Su mujer viene en carro y él llega solo, para disgusto de la Criada. Quiere hablar con la Novia. En realidad, viene a advertirle de que su boda será una farsa, como lo fue la de él. Que el hacer lo que toca no tapa los sentimientos, y que estos campan libres y arruinan vidas y matrimonios. Que no es cierto que un clavo saque a otro clavo si el primero está firme. Y ella no quiere escucharlo, pero a la vez se muere por oírle. Se debate entre lo correcto y lo que siente.
Alborea. Los cánticos de las muchachas traspasan los muros de la casa: «¡Despierte la novia la mañana de la boda!». Ella se retira a prepararse mientras los primeros invitados entran cantando. La Novia sale ya vestida. Está espléndida. Llegan el Novio y la Madre. Detrás de ellos, la mujer de Leonardo y Leonardo, para disgusto de la futura suegra. Pero la Mujer es familia y había que invitarles, tercia el Padre. Es día de perdón. El sol asoma y es hora de marchar a la iglesia.
Cuadro II
El Novio y la Novia ya son marido y mujer, y la familia regresa a casa junto a los invitados para iniciar las celebraciones. Leonardo y su mujer llegaron antes que nadie. La madre del Novio no puede evitar recordar la mala sangre que fluye por las venas de los Félix. Su ánimo cambia cuando su ya consuegro le habla de los nietos que están por venir. Ella quiere muchos, por lo menos seis, y sobre todo quiere niñas. Dice que las niñas no dan problemas, pues al no salir de casa no se exponen a reyertas. El consuegro quiere niños que trabajen las tierras.
Y por fin llegan los novios. Él, feliz. Por la boda y por la cantidad de familia que ha ido a celebrar su desposorio. Ella cabizbaja, seria. El Padre, exultante por la algarabía que de repente inunda la casa, sale a celebrar con los familiares. Unas muchachas se llevan a la Novia para quitarle los alfileres[2]. El Novio la espera mientras recibe la felicitación de la Mujer de Leonardo, que desaparece. Charla un rato con la Mujer y la Criada hasta que unos mozos le instan a salir con ellos al patio.

Tras el reparto de alfileres, la Novia regresa con las muchachas. Están pletóricas, pues tienen ganas de casarse y confían en la suerte de los alfileres. La Novia, por contra, cada vez está de peor humor. Ha comprendido que Leonardo tenía razón y que la boda, por sí misma, no espanta los fantasmas. Al revés, su desasosiego es cada vez mayor.
El Novio llega silencioso y la abraza por sorpresa. Ella le aleja con un grito, no quiere que los vean a pesar de que ya son matrimonio y pueden permitirse esas licencias, como le recuerda su marido. Pero ella sigue esquiva. Se debate en su lucha interior. No quiere que él se vaya, pero tampoco lo quiere cerca. Aduce dolor de cabeza para retirarse a descansar. El Novio, contrariado, deja que se vaya.
Llega la Madre, que tiene que marcharse, pero conversa un rato con su hijo. Y al poco tiempo, el Padre buscando a su hija. Va a comenzar el baile de la rueda y los novios deben estar presentes. Mas la Novia no está en su cuarto y no aparece por ningún lado. La Mujer de Leonardo entra, exaltada, disipando el misterio: Leonardo y la Novia han huido. Ella los ha visto marchar, abrazados, en el caballo de su marido, que galopa más veloz que el viento. En cuestión de minutos, el Novio y los familiares emprenden la búsqueda de los fugados. Y predice la Madre: «Ha llegado otra vez la hora de la sangre».
Tercer acto
Otros dos cuadros en el tercer acto para cerrar las Bodas de Sangre. El penúltimo cuadro es la búsqueda de los fugados en el bosque. Y el último cuadro, la muerte del Novio y de Leonardo y el reencuentro de la Novia con la Madre.
Cuadro I
Tres leñadores comentan la búsqueda en el bosque. Confían en que Leonardo y la Novia podrán escapar. A fin de cuentas, aunque los dos lo han intentado, es inútil ir contra la corriente. Pero saben que sus posibilidades son mínimas, pues el bosque entero está cercado por los familiares del Novio, que clama venganza no sólo por la deshonra, sino también por las muertes de su padre y hermano.
El Novio avanza junto al río acompañado por un mozo. Sigue el sonido del galope, mas no atisba a los escapados. Encuentra a una mendiga que le da una pista: Están saliendo de la colina. Como el Novio no conoce el camino, ella se ofrece a guiarle.
Mientras tanto, Leonardo y la Novia, que han dejado suelto al caballo y seguido a pie, llegan a la vereda del río. Ella continúa debatiéndose entre el querer y el deber. Pide a Leonardo que la abandone y se ponga a salvo, pero él se niega. La suerte está echada y él no piensa volverse atrás.
Cuadro último
Leonardo y el Novio han muerto. A la luz de la luna se escucharon dos gritos largos, desgarradores. En la hora de la sangre las navajas echaron el resto y dejaron a la Madre sola, a los hijos sin padre, a la Mujer desamparada, incrédula, sin querer creer lo acontecido. Pero la Novia, para su desgracia, sigue viva.
Y allí que se presenta, sin azahar y con manto negro, ante la Madre, suplicándole que la mate y acabe con su agonía. Ella quiso ser del Novio, pero no pudo evitar ser arrastrada por Leonardo, a quien en realidad quería. Mas la Madre ni quiere verla, ni quiere oírla. Ella ya ha perdido todo. No le importan la Novia ni sus desdichas.
Análisis de los personajes de Bodas de Sangre
La particularidad de Bodas de Sangre es que, a excepción de Leonardo, ninguno de los personajes tiene nombre. Puede ser una forma de destacar a un personaje que de otro modo pasaría más desapercibido (no es lo mismo decir: «el marido de la prima de la novia» o «el exnovio», que dar un nombre). También podría deberse a que todos los personajes tienen un rol definido, menos él.
Igualmente conocemos su linaje: es un Félix. Sabemos que Los Félix y la familia de la Madre están enfrentados desde hace décadas y que Los Félix mataron al marido e hijo de la Madre. Los Félix son los malos, aun sin conocer el motivo de las rencillas. Y dar nombre a los malos ayuda a identificarlos rápidamente. De hecho, no sabemos quiénes son los buenos porque carecen de nombre, dando la impresión de que en la historia sólo existe un bando.
- Personajes principales de Bodas de Sangre: La Madre, el Novio, la Novia, Leonardo.
- Personajes secundarios de Bodas de Sangre: El Padre, la Mujer, la Suegra, la Criada, la Luna y la Mendiga.
- Otros personajes: Invitados a la boda, vecinas, costureras, leñadores.
La Madre
De carácter adusto, pero cariñosa con el Novio. Enviudó a los tres años de matrimonio por culpa de las rencillas con los Félix. De los dos hijos que tuvo, uno se lo mató otro Félix. Ahora su única familia es el Novio, así que se muestra protectora con él. No le gusta que vaya a trabajar al campo o porte navaja, de hecho, llega a decirle que preferiría que fuese mujer porque eso le daría tranquilidad («Que me gustaría que fueras una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos cenefas y perritos de lana»). Las mujeres permanecían en casa, lo que les mantenía a salvo de rencillas por tierras o venganzas.
La Madre da mucha importancia a la familia, así que a regañadientes consiente la boda del hijo por ser el mal necesario para tener nietos que den continuidad a la estirpe. De preferencia, nietas, pues tiene miedo de perder a los hombres («¡Los varones son del viento! Tienen por fuerza que manejar armas. Las niñas no salen jamás a la calle», dice a su consuegro). Pero no le gusta la novia, aunque no sabe explicar por qué («y siento, sin embargo, cuando la nombro, como si me dieran una pedrada en la frente»). Sus temores aumentan cuando se entera de que fue novia de Leonardo ‘el de los Félix’.
En ausencia del padre actúa como cabeza de familia. No habrá boda sin su visto bueno y se ocupa de aconsejar al hijo sobre cómo proceder en el matrimonio («como no lo tienes [al padre], tengo que ser yo la que te enseñe estas fortalezas»). Pero también es la guardiana de la honra familiar. Por eso clama venganza cuando la Novia desaparece e insta al hijo a buscarla y restablecer su honor, a pesar de que esto implique ponerlo en riesgo («Esa gente mata pronto y bien…; ¡pero sí, corre, y yo detrás!»).
Finalmente, sus temores se cumplen y el hijo muere a manos de un Félix que también perece, cerrándose así el círculo.
El Novio
Es el hijo pequeño de la Madre. Tras tres años de noviazgo ha podido comprar unas viñas y cree que es el momento de pasar por el altar. Desconocemos su edad, pero por el comentario de la Madre al padre de la Novia («¡Veintidós años! Esa edad tendría mi hijo mayor si viviera») sabemos que es más joven que su prometida. El Novio tiene un carácter bonachón, le cuesta imponerse. Esto lo vemos tanto en el trato con su madre («¡Siempre la obedezco!», «Yo siempre haré lo que usted mande») como después con su esposa, a quien manda con la boca chica una vez ella ha decidido.
Sin embargo, al enterarse de que la Novia ha escapado con Leonardo no duda en salir en su búsqueda, ya que su honor queda puesto en entredicho. Leonardo, además, es un Félix, por lo que a la afrenta se le une el deseo de venganza por las muertes del padre y hermano («¿Ves este brazo? Pues no es mi brazo. Es el brazo de mi hermano y el de mi padre y el de toda mi familia que está muerta»). Logra vengarles al dar muerte a Leonardo, aunque no puede evitar dejar su vida en el embate.
La Novia
Fue novia de Leonardo durante tres años, pero la relación no cuajó porque él no era buen partido económicamente hablando. Ahora se ha prometido con el Novio, con quien lleva viéndose otro trienio (el tres se repite mucho en esta obra), pero no las tiene todas consigo.
La Novia es huérfana de madre. Durante la pedida, el padre cuenta a la futura suegra el parecido entre la hija y su difunta esposa («Se parece en todo a mi mujer»). No es un comentario afortunado. Días antes, una vecina dijo a la Madre que la mujer no quería al marido. Y la historia se repite: La Novia está decidida a casarse con el Novio, mas no está enamorada de él. Y esto le genera una intensa lucha interna. No parece que le obliguen a casarse, pero ella lo decide así, quizá pensando que de esa forma olvidará a Leonardo.
La cosa se complica cuando Leonardo se entera de que la van a pedir. Él está casado, pero no soporta la idea de que ella sea de otro. Empieza a frecuentar su casa y el día de la boda le propone fugarse juntos. Ella duda: Su obligación es casarse con alguien de posición similar con quien tener hijos que trabajen las tierras y den continuidad al linaje. Pero como le dice Leonardo, «tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad». Desde el día de la pedida, ella se debate entre lo que quiere y lo que debe hacer.
Tras la boda, el corazón gana la partida a la razón y decide huir con Leonardo. Pero ya es tarde, ya es de otro y la fuga se convierte en afrenta hacia el Novio y su familia. Y acaba mal, pues la muerte se lleva a los dos hombres. Igual que la protagonista real, Paca ‘la Coja’, a la Novia le queda el escarnio público y la soledad para el resto de su vida.
Leonardo
Tuvo que dejar a la Novia por su posición económica, inferior a la de ella («dos bueyes y una mala choza son casi nada», le echa en cara), aunque no la ha olvidado. Es trabajador, pero disperso. No se centra en la faena y eso le impide prosperar. Se casó dos años atrás con una prima de la Novia y vive con ella, su Suegra y su hijo. El trato que dispensa a su Mujer es rudo, distante, y su carácter agrio se acentúa conforme se acerca el día del casamiento de su ahora prima.
Leonardo pertenece a la familia de los Félix, quienes mataron al marido e hijo de la Madre, por lo que esta les tiene echada la cruz. No es la única, el Padre de la novia también lo tiene calado.
MADRE.- ¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa.
En la obra la tradición se cumple y todo lo malo se hereda (el desapego de la madre de la novia hacia el marido, la sangre criminal de los Félix, el sino trágico del marido e hijos de la Madre). Leonardo no es la excepción.
Reaparece para sembrar dudas en la Novia, mas no pudiendo evitar el matrimonio, logra convencerla de que se fugue con él aun a sabiendas de que la cosa terminará mal. En la historia original, los amantes son solteros y huyen para casarse. Pero en Bodas de Sangre los dos están casados y cualquier relación que mantengan está abocada al fracaso. ¿Amor, egoísmo o simple venganza? Es difícil discernirlo.
Como no puede ser de otro modo, la cosa termina en sangre, aunque fuera de la escena. El Novio limpia su honor y venga a sus muertos matando a Leonardo, pero paga con su vida y ahí se acaba el linaje familiar. Sin embargo, la estirpe del mal, la mala sangre de los Félix, tiene continuidad en los dos hijos de Leonardo. El mal que se expande a costa del bien.
El Padre
Un hacendado del interior, aunque no tan rico como la familia del Novio. Su ambición es tener más tierras, pero debe conformarse por no tener hijos varones que le ayuden a mantenerlas. Acepta de buen grado el matrimonio de su hija con el Novio, pues su sueño es tener muchos nietos y agrandar el patrimonio familiar.
Cuando la Novia huye con Leonardo el Padre no reacciona. En realidad, no quiere creer lo sucedido. Piensa que su hija está en la casa, aparecerá y las aguas volverán a su cauce. Pero cuando la Mujer de Leonardo alerta de la fuga, debe rendirse a la evidencia.
La muerte de los dos hombres supone también el fin de su linaje, pues su hija es repudiada y no tiene posibilidad de volver a casarse.
La Mujer
Prima de la Novia y mujer de Leonardo, con quien tiene un hijo y espera otro. Su papel es el de mujer sumisa, resignada a su suerte. Se da cuenta de que algo pasa cuando las vecinas le alertan de que Leonardo está rondando los terrenos del Padre de la Novia. Pregunta a su marido, mas no obtiene respuesta de su parte. Sus sospechas se agudizan con la reacción de él a la noticia del casamiento de su prima. Ella sabe que fueron novios, pero quiere creer que es agua pasada.
Intenta en balde acercarse a Leonardo. Él está esquivo y malhumorado. El día de la boda intenta no perderle de vista, pero él consigue escabullirse. Es la Mujer quien alerta de la fuga, pues mientras busca a su marido los ve huir en el caballo. La muerte de Leonardo el deja en situación similar a la de la Madre: Viuda y con dos hijos que mantener, aunque el legado económico de su marido es peor. Fiel a la tradición, tampoco ella podrá rehacer su vida.
La Suegra
Madre de la Mujer de Leonardo, vive con ellos y ayuda en el cuidado del niño y la casa. Sospecha que algo le pasa a su yerno cuando ve al caballo con signos de agotamiento, pero, como es costumbre, no contradice las disposiciones de Leonardo.
El papel de la Suegra es muy pequeño y toma relevancia al final de la historia, cuando Leonardo se da a la fuga y, sin saber aún si ha muerto, marca a su hija la pauta a seguir, pues, aunque él siga vivo, ella no puede perdonar la afrenta: «Tú, a tu casa./Valiente y sola en tu casa./A envejecer y a llorar./Pero la puerta cerrada./Nunca. Ni muerto ni vivo./Clavaremos las ventanas./Y vengan lluvias y noches/sobre las hierbas amargas».
La Criada
Sirve en casa de la Novia y es la que más confianza tiene con ella. Se sorprende cuando la Novia se niega a abrir sus regalos de pedida (unos pendientes de azófar[3] y unas medias caladas) y rápidamente lo achaca a la visita de Leonardo la noche anterior. Como no tiene pelos en la lengua, hace saber a la Novia que le vio a las tres de la mañana junto a su ventana. En ese instante llega Leonardo a caballo y la Novia ya no puede negar su presencia.
La Criada cada vez es más consciente de la falta de ganas de la Novia, a quien la mañana de la boda llega a decirle que aún puede anular el casamiento. Se enfrenta a Leonardo cuando aparece por sorpresa esa mañana, pero la Novia decide dejarle entrar. También es la primera en darse cuenta de que ha desaparecido, pues cuando el Padre la echa en falta, ella ya la ha buscado por toda la casa y sabe que no está.
La Luna y la Mendiga
La Mendiga -se nos dice en la presentación de los personajes- es en realidad la muerte disfrazada. Y la Luna es la colaboradora necesaria, la que alumbra la oscuridad para que se encuentren los hombres. Una Luna fría y sedienta de sangre con que calentarse. Desde su altura ve la posición del Novio y la de los huidos y alerta a la muerte de sus pasos.
La muerte se presenta al Novio como Mendiga y se ofrece a acompañarle hasta donde está Leonardo. En realidad es el destino llevándole a su fin. Tiene que forzar el choque entre los hombres para que se cumpla. La Luna permanece en segundo plano para evitar que los fugados huyan, pero, siguiendo las instrucciones de la Mendiga, reaparece en el momento justo con un gran haz de luz. «Ilumina el chaleco y aparta los botones, que después las navajas ya saben el camino», ordena la muerte.
Es la misma muerte disfrazada de Mendiga quien informa a las gentes que, como estaba escrito, el Novio y Leonardo ya están muertos.
^ (1) El azahar simboliza la pureza, la fecundidad, la fidelidad y el amor eterno. La corona de azahar, de tradición árabe, expresa que la novia reúne estos valores.
^ (2) Tradicionalmente la novia repartía los alfileres que había llevado durante su boda entre las invitadas solteras. Aquellas que perdieran el alfiler serían las próximas en casarse.
^ (3) El azófar es latón. Eran unos pendientes de latón.
(R1) (R2) L. Vidal, B. (1933, marzo 9). ‘Bodas de Sangre’. Tragedia en verso y prosa, en tres actos, de Federico García Lorca. La Nación.